Disney + ha estrenado la película , dirigida por Dan Trachtenberg. El film es una especie de precuela del título de culto de los 80, , dirigido por John McTiernan e interpretado por Arnold Schwarzenegger.
Me ha parecido una película muy estimable. De esas pequeñas, sin demasiadas pretensiones, pero que acaban consiguiendo todo lo que se proponen. Se beneficia de una fotografía naturalista muy hermosa de los paisajes naturales de las Grandes Llanuras de una América del Norte anterior a la guerra de independencia, cuando los indígenas americanos aún no habían comenzado a sufrir las consecuencias más graves de la colonización de su tierra.
La protagonista, Naru, es una joven comanche que desea ser cazadora en uns tribu en la que los hombres cazan y las mujeres se quedan en el asentamiento cocinando o curando a los hombres que vuelven de la cacería. Pero Naru es lista, y hará valer esa inteligencia cuando tenga que enfrentarse a hombres y monstruos (que acaso sean lo mismo).
Porque Prey es una película feminista, algo que ha molestado a varios señoros que no se creen que una adolescente con un hacha pueda ser capaz de superar a un alienígena de más de dos metros, pero que no tienen ningún problema con la existencia en ese mundo de un alienígena de más de dos metros. Ver algunas publicaciones en las redes estos días no ha hecho más que demostrar, una vez más, lo necesario que es que se sigan haciendo obras con mujeres como protagonistas que ocupen lugares tradicionalmente asignados a lo masculino, que desmonten el patriarcado y su asignación de roles de género. Porque aún hay hombres deseando que las mujeres sigan siendo presas en vez de convertirse en cazadoras.
Yo, independientemente de la calidad intrínseca del producto, siempre aplaudiré cualquier propuesta en ese sentido. Cualquier cosa que ayude a demontar el machismo de nuestra sociedad y los papeles habitualmente asignados a las mujeres. Y en este caso, además, la peli es buena, pese a las lágrimas de los hombres a los que no les ha gustado.