“Pude ser feliz
y estoy en vida muriendo
y entre lágrimas viviendo
el pasaje más horrendo
de este drama sin final”.
Algunos espectadores cuestionarán la decisión de cerrar con un tango abolerado un documental sobre mujeres que visitan a sus hombres presos, pero lo cierto es que la letra de Sombras nada más expresa con justeza los sentimientos de las –sobre todo– esposas que Jorge Leandro Colás retrató en tres escenarios circundantes al trágico penal de Sierra Chica: la pensión donde las chicas pernoctan, el almacén donde compran mercadería para sus detenidos, la suerte de triple corral donde esperan a la intemperie la autorización para ingresar a la cárcel.
La visita se titula este largometraje que meses atrás pasó injustamente inadvertido por el 21º BAFICI, aún cuando participó de la competencia oficial argentina. Su realizador recurre a la voz de María Martha Serra Lima con la aparente intención de acentuar la perspectiva femenina –y además femenista– desde la cual aborda los vínculos amorosos que resisten, no sólo la separación del ser querido, sino el maltrato que el sistema penitenciario ejerce sobre la familia del reo.
Con una sensibilidad libre de los lugares comunes que el cine y la televisión suelen explotar cuando abordan el universo carcelario, el también autor de Parador Retiro, Gricel, Los pibes, Barrefondo entrevista a algunas mujeres pero se dedica más a filmarlas en determinadas circunstancias: apenas bajan del ómnibus que las deja en la localidad de Sierra Chica, mientras conversan en la pensión de la Bibi, mientras tratan con el dueño de la despensa, mientras caminan hacia la unidad penitenciaria, mientras esperan que comience el horario de visita.
Por la naturalidad con la que el almacenero, la dueña de la pensión y demás esposas se desenvuelven ante cámara, corresponde destacar el trabajo de campo que precedió y/o acompañó el rodaje. Es igual de encomiable la edición del material filmado.