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'Prescriptions for the mind - A critical view of contemporary psychiatry' , un libro de Joel Paris

Por Lizardo


'Prescriptions for the mind - A critical view of contemporary psychiatry' , un libro de Joel Paris
Joel Paris, jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad McGill (Montreal, Canadá) entre 1997 y 2007 y renombrado psiquiatra y psicoterapeuta, publicó a fines del año 2008 este volumen (Prescriptions for the mind. A critical view of contemporary psychiatry. Oxford University Press. New York. 268 pp). De él entresacamos algunos párrafos de las páginas iniciales (la mala traducción, claro está, es nuestra):
"Los psiquiatras son expertos en la mente y sus enfermedades pero el común de la gente no suele estar ni medianamente seguro de cómo es el trabajo que realizan. Inclusive los mismos profesionales de la psiquiatría se hallan algo confundidos acerca de cómo debiera ser su labor.

La carrera de la psiquiatría continúa dividida entre dos visiones acerca de sí misma y existe una continua pugna en su seno acerca del futuro de su rol. ¿Debieran más bien los psiquiatras ser como los neurólogos: examinando pacientes, dando diagnósticos y prescribiendo píldoras? ¿O debiesen más parecerse a los psicólogos: evaluando el mundo interno de las personas y brindando psicoterapia?


(...)
Un artículo seminal ("Psiquiatría sin mente / Psiquiatría sin cerebro") de Leon Eisenberg, psiquiatra de la Universidad de Harvard, publicado en el British Journal of Psychiatry en 1986 y seguido por otros aportes en años posteriores, examinaba críticamente ambas perspectivas. Eisenberg acusaba a la psiquiatría previa, basada esencialmente en la especulación de la teoría psicoanalítica, de ser una psiquiatría que dejaba de lado al cerebro y las neurociencias. Pero era igualmente crítico de una psiquiatría que sólo viera a las enfermedades mentales como trastornos cerebrales, a la que denominó 'psiquiatría sin mente'.
De hecho, ambas visiones son insuficientes y escuetas. La enfermedad mental no podrá ser comprendida sin abarcar plenamente tanto la biología como la psicología. En esa perspectiva, los psiquiatras tienen una circunstancia de inusual riqueza: forman una especialidad medica que puede tratar regularmente a sus pacientes con una combinación de procedimientos biológicos y también psicoterapéuticos.
Desafortunadamente, la complejidad del mundo actual no puede hacer nada contra la preferencia de la mente humana por la simplicidad. La mayoría de la gente encuentra más sencillo concebir que las enfermedades se deben a causas individuales. Sin embargo, las relaciones causales y directas entre factores de riesgo y enfermedades reales, no son las más frecuentes. Uno de los tópicos de este libro es que, para cumplir cabalmente su cometido, la psiquiatría debe afrontar integralmente dicha complejidad.
(...)
La fuerza que impulsa a la psiquiatría en la actualidad es su vocación por ser aceptada y reconocida como una especialidad médica. Para ganar dicha aceptación, ha adoptado un paradigma en base al paralelo con el punto de vista de la medicina interna, cuya labor se basa en la sistematización diagnóstica, los exámenes auxiliares y la prescripción farmacológica. Este cambio, aunque ha sido tardío, en buena cuenta ha acarreado importantes beneficios. Pero en la medida en que nuestros conocimientos básicos permanecen escasamente desarrollados, la idea de que la nueva psiquiatría pueda basarse absolutamente en la neurociencia es una peligrosa ilusión. Pese a todos sus avances, la investigación del cerebro recién hace sus pinitos. Pasarán varias décadas hasta que los misterios de la biología cerebral sean revelados y se atisben los correlatos biológicos de las enfermedades mentales.
(...)
Este libro pretende retar el mito del experto en enfermedades mentales que las cura añadiendo y modificando dosis de píldoras y comprimidos. Los psiquiatras podrían ayudar más a la gente al pasar menos tiempo escribiendo en sus recetarios y más tiempo dedicados a escuchar y a hablar con sus pacientes. Pero esto no significa que debamos retornar al diván psicoanalítico. Esto significa, al menos en parte, que los psiquiatras tenemos que interesarnos en la vida de nuestros pacientes y entender cómo los eventos influyen en los síntomas. También necesitamos reconocer lo que sabemos y lo que no sabemos de manera tal que podamos tratar a nuestros pacientes de manera inteligente y efectiva.
Este libro enfocará cuánto pierde la psiquiatría si se sesga exageradamente en una u otra dirección. La elección de una identidad médica escueta que se focaliza exclusivamente en la investigación biológica y psicofarmacológica nos lleva al empobrecimiento de nuestra práctica. Lo biológico es parte indispensable de la teoría y práctica de la psiquiatría pero no provee una explicación completa de la enfermedad o una orientación abarcativa para su tratamiento. Los psiquiatras diagnostican pacientes a partir de un manual y se convencen a sí mismos de que ellos están describiendo enfermedades específicas como el cáncer o la hemorragia cerebral. Y lo que es aún mas grave, algunos psiquiatras han olvidado cómo hablar con las personas. Muchos prescriben píldoras y nada más.
Esta crítica de ningún modo debe ser vista como un intento de devaluar la investigación biológica o sus tratamientos derivados. Los desórdenes que tratan los psiquiatras afectan el cerebro, ciertamente. Pero esto no significa que la fuente que origina las enfermedades mentales subyazca siempre a nivel de las neuronas. Nuestro entorno psicológico y social puede tornarnos ansiosos o deprimidos, lo que a su vez conllevará a determinados cambios en la función cerebral. Una disciplina consagrada al estudio de las enfermedades mentales no puede dejar de lado a la mente."
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Eso que dice Paris acerca de los psiquiatras que ya no saben hablarle a las personas y hunden la cabeza en su recetario, arde pero es tantas veces desoladoramente cierto, y tiene que arder, claro que sí. No será el suyo un prodigio de análisis epistémico, sin duda, ni pretende serlo. Pero es imprescindible que la psiquiatría y los psiquiatras recibamos más de un pertinente jalón de orejas como éste -y tal vez otros procedimientos correctivos y coercitivos que huelga enumerar aquí-.


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