La ciudad natal de Leonardo se engalana con el artista universal que llegó a escribir: No lea mis escritos quien no sea matemático. La palabra matemático en la época tenía un sentido amplio e incluía las artes mecánicas y la ingeniería.
Vinci es una pequeña población toscana entre Pisa y Florencia que no podía dejar de rendir homenaje a Leonardo. Allí se puede visitar un pequeño Museo Leonardino, la Casa Natal y pasear por las calles con esculturas inspiradas en la obra del polifacético pintor e inventor.
El Museo Leonardino es pequeño pero muy adecuado para los escolares. Las reproducciones de las imaginativas maquinas que llenaban sus cuadernos son lo más característico.
La parte trasera del museo se apoya en la muralla que todavía conserva la población y la parte delantera se asoma a la placita donde encontramos un pequeño dodecaedro estrellado, poliedro regular cóncavo de Kepler-Poinsot, en la versión del escultor Mimmo Paladino, destacado exponente de la transvanguardia que ha recreado el estilo renacentista e incorporado sólidos como este pequeño dodecaedro estrellado o el mazzocchio a sus obras.
De hecho se puede decir que el pequeño dodecaedro estrellado es una firma de Paladino. Al poliedro se le añade una cabecita. Leonardo dibujo las bellas láminas de La divina proporción para Luca Pacioli con los poliedros pero no el esculpido delante de su museo, el que más se le parece es el duodecedron elevatus que no es regular.
La Casa Natal de Leonardo solo tiene el interés de la bella campiña y la Muestra Imposible es la reproducción (fotográfica) de toda la obre pictórica conocida.
Atrás esculturas callejeras son un gran busto y la extensión esférica del Hombre de Leonardo.