Javier Cánaves, yo y Román Piña en La Biblioteca de Babel
Voy a dejar aquí un enlace al artículo online que al final salió en el periódico en papel, una foto del periódico escaneado, y el cuestionario tal como yo contesté a las preguntas.
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El Mundo Baleares, sábado 24 de octubre de 2015
Si pinchas sobre la imagen se agranda.
¿Por qué decide escribir una novela sobre la frustración del poeta en busca de reconocimiento o de edición?
Porque durante una temporada yo, como tantos otros, sucumbí a la enfermedad de Ernesto. Afortunadamente para mí y para mi salud mental, pude darme cuenta a tiempo de la ridiculez de haber empezado a sufrir por la literatura, precisamente la afición que más alegrías me había dado en la vida.
¿Considera que esta frustración es similar a la que también viven los novelistas? La frustración de no alcanzar el éxito deseado en la poesía es similar a la de la narrativa o a la de cualquier arte. Diría más: podría extenderse al deporte, a la vida profesional, amorosa, etc. Tal vez, cuanto más pequeña sea la tarta del éxito a repartir (y en poesía, al haber tan pocos lectores reales, esa tarta es realmente pequeña), más ridículas y desproporcionadas sean las ambiciones desmedidas de éxito y de reconocimiento. ¿Y qué tal le han tratado en Sloper? Muy bien. Les envié mi manuscrito por correo electrónico y Román Piña –el editor– me contestó en menos de dos semanas que quería publicarlo. Siempre han estado claras las condiciones de publicación y los plazos se han cumplido. ¿Por qué ha publicado con ellos? Una prioridad para un autor que quiere publicar debería ser la de informarse bien de cuál es la editorial en la que mejor puede encajar su manuscrito. Yo suelo estar bastante al tanto de las preferencias de cada editorial. Después de que Sloper publicara La mala puta, el ensayo de Miguel Dalmau y Román Piña sobre el mal estado del mundo literario español, y al ser conocedor –porque lo anuncian en la web de la editorial– de que a Sloper le gustan los libros con humor, tuve claro que mi sátira disparatada del mundo de la poesía española podía encajar en el catálogo de Sloper. Y así fue. ¿Qué hace falta para que los editores españoles dejen de comportarse así? Si te refieres al comportamiento del editor de mi ficción y no al insigne Román Piña, diría que lo que le hace falta al mundo de la edición emergente en español es más profesionalidad y comportamientos más adultos. Es lamentable (y el ejemplo es real) que un editor de cierto prestigio, que en las redes sociales protesta por las reformas laborales del gobierno que atentan contra la dignidad de los trabajadores, no entienda que su editorial también es una empresa y que debería, por tanto, cumplir con sus compromisos contractuales. Menciona en su blog que el tema principal es la obsesión, ¿pero obsesión por darse a conocer o por qué motivo? El temade fondo de mi novela sería el de la obsesión: obsesión por cambiar de vida principalmente, por llegar a un supuesto mundo soñado e idealizado, que para el protagonista del libro está simbolizado por el éxito literario. Se trata de una obsesión que esconde detrás, en realidad, frustraciones más severas.
También dice que el blog de contracrítica de poesía Addison de Wit es parte de su documentación, ¿por qué? En mi blog literario Desde la ciudad sin cines usé el término “documentación” de una forma un tanto irónica. Yo mismo tengo un blog de reseñas que trata de evitar la polémica, aunque a veces no lo consiga, y como partícipe en el mundo virtual de la literatura en internet me he interesado por blogs como Addison de Witt, un espacio que leía en su momento con gran interés, igual que he leído El lector Malherido, La medicina de Tongoy o Patrulla de Salvación, blogs en los que la polémica ha sido la nota dominante. Siempre me llamó la atención la virulencia y la pasión con las que los comentaristas (casi siempre anónimos) participaban en estos espacios, que fuera del mundillo de las personas que escriben tienen una influencia muy limitada. Sobre esa pasión y virulencia con las que se sobredimensiona lo que en realidad es pequeño e irrelevante, fuera de su círculo de expertos, trata mi novela. ¿Cómo se ha documentado? Llevo años leyendo blogs de literatura, bien sea de creación o de crítica. En realidad no he tenido que documentarme, he hablado sobre lo que sabía. Tolstoi decía que si quieres saber cómo es el mundo echa un vistazo a tu aldea. Eso es lo que he hecho: mirar a mi aldea virtual, a mi pequeño mundo de internet.
¿Las situaciones que vive el protagonista son en parte vivencias propias o piezas de diferentes personas? Algunas de las vivencias de Ernesto han partido de mi propia experiencia y otras son puramente inventadas. Uso experiencias propias, las deformo, me río de mí mismo… ¿En qué momento se le ocurre introducir a Kim Jong-Un como personaje de su novela? Mi novela acaba siendo disparatada, pero al principio tuve un idea aún más loca: contar lo que quería contar (el tema de la frustración artística) en serio, como un drama real. Menos mal que me evité el fiasco de haber llevado este proyecto inicial a la práctica. Al principio quise que dos poetas frustrados intercambiasen emails, lo que hubiera sido una novela epistolar moderna. Pero si los dos protagonistas eran poetas fracasados, el tono cómico iba a ser mucho más difícil de conseguir. Quizás se iba a parecer demasiado a Juegos de la edad tardía de Luis Landero. El hecho de elegir a un personaje tan excéntrico como Kim Jong-un hace que, lo que la novela pierde en verosimilitud narrativa, lo gane, desde la primera página, en verosimilitud cómica. ¿Cuál es su papel? Kim Jong-un es un contrapunto de Ernesto: este último publicó un libro y vendió 50 ejemplares y Kim Jong-un publicó un poemario cuya tirada inicial era de 4 millones de ejemplares, pero como buen poeta no está satisfecho: desea más reconocimiento, desea que el ácido crítico literario que es Ernesto le valide de forma ajena a la crítica oficial de su país. Novela de humor, ¿de qué género? Los insignes es una novela de humor satírico, con algunos toques de humor absurdo, que acaba siendo una crítica de costumbres y de tipos de personas. Además de los cuentos de los hermanos Grimm dice que Tolkien fue decisivo a la hora de tomar la decisión de dedicarse a la escritura. Cómo él, usted también es profesor. ¿Cree que ha conseguido llevar esa doble vida entre la enseñanza y lograr perderse en su propio mundo?
Lo cierto es que me di cuenta de que mi vocación laboral debía ser la de profesor algo tarde, después de haber estudiado Empresariales, y trabajado como auditor de cuentas en una empresa norteamericana de horarios delirantes. Ahora doy clases de economía y matemáticas en un colegio. Me gusta estar en contacto con los estudiantes y tener además un mundo propio para el tiempo libre. Aunque siempre seguiré admirando a Tolkien por poder perderse en la Tierra Media.