Cuando la inquietud que nos constituye queda atrapada en nuestro interior, se convierte en una fuerza diabólica que está en la base de los trastornos psíquicos y que puede empujarnos hacia comportamientos autodestructivos o antisociales. Pero si conseguimos convertir esa inquietud primordial en el combustible de una tarea vital, de una acción productiva en el mundo, pasa a ser el fundamento de lo mejor de nosotros mismos.
Cuando la inquietud que nos constituye queda atrapada en nuestro interior, se convierte en una fuerza diabólica que está en la base de los trastornos psíquicos y que puede empujarnos hacia comportamientos autodestructivos o antisociales. Pero si conseguimos convertir esa inquietud primordial en el combustible de una tarea vital, de una acción productiva en el mundo, pasa a ser el fundamento de lo mejor de nosotros mismos.