Viviana Fernández estuvo acompañada por numerosos familiares y amigos y arropada por José Membrive, de Ediciones Carena, y Miguel Rubio, escritor y autor de Ahora que estamos muertos, una novela sobre los sin techo que sobreviven en las calles de Madrid. Sobre la editorial Carena, Membrive señaló: “Es una editorial mediana o incluso pequeña pero no ha sido absorbida por ese vendaval que muchas veces acaba con las editoriales pequeñas y con la pluralidad y que permite sobrevivir sólo a dos o tres grupos editoriales grandes. Creo que la literatura es un arma muy poderosa de conocimiento que acerca la creatividad a la gente. Cuando me llega un libro nuevo a la editorial me da igual que lo firme Vargas Llosa o Viviana porque sólo me importa la calidad literaria”.
Sobre el libro, Membrive destacó: “Taradas es un libro sobre el misterio de la seducción, la libertad, el placer, la autodestrucción. Una novela que entra en el alma humana y la despedaza. Habla sabiamente de la condición humana por encima de la moralidad y las costumbres. Es una historia cruel, tierna, inmoral, amorosa, que abarca toda la contradicción del alma humana”.
Por su parte, Miguel Rubio añadió: “Nunca me han gustado las presentaciones de libros, ni siquiera de los míos, porque creo que los libros no hay que explicarlos, hay que leerlos y disfrutarlos. En mi caso, para que me guste un libro tiene que cumplir tres condiciones: que sea creíble, que cuente una historia interesante y que esté bien escrito. Taradas habla de las inseguridades, los miedos y los deseos de cuatro amigas y cumple mis tres condiciones. Me resulta creíble porque es una historia urbana. Me parece interesante porque habla de la sociedad actual y la forma en la que está escrita es como un mecanismo de relojería muy bien encajado, como un puzzle que atrapa al lector. En este libro cabe de todo y detrás tiene el fondo de una escritura excepcional con un exquisito gusto para el detalle”.
La protagonista del acto, Viviana Fernández, desveló al público asistente la historia de su libro. “La novela está escrita en Haiti. En aquella época estaba sin trabajo y me aburría mucho, allí no hay nada de ocio. Me dediqué a leer y leí un libro que había ganado el Premio Nadal pero que a mí no me gustó nada, me pareció horrible, plano y poco creíble. Quería hacerlo mejor y mi marido me animó a intentarlo. Al final lo hice, no sé si mejor o peor, pero yo lo intenté”.
Sobre su obra, la autora recordó: “Esta novela es mucho más fresca, divertida e interesante de lo que la gente piensa. Al contrario de lo que pueda parecer, no es una novela superficial ni frívola ni es un libro de mujeres para mujeres. Me suelen preguntar si es una reivindicación del feminismo, pero eso no era para nada mi intención. Las protagonistas son mujeres reales de carne y hueso pero no son representativas de las mujeres actuales. Yo no quiero hacer ninguna reivindicación ni convencer de nada. Lo que quiero es estimular, sugerir, que el lector sienta e invente. Por eso no sigue la estructura tradicional de planteamiento, nudo y desenlace y tampoco tiene un final. El destino y el relativismo juegan un papel muy importante en la historia, que es caótica, como la vida”.
Viviana Fernández confesó asimismo que su intención al escribir esta novela tampoco era provocar. “A pesar de que el libro habla de drogas y de sexo yo no quiero provocar. Se han escrito muchos libros y se han hecho muchas películas de estos temas. Por eso el morbo no es la pieza clave de mi novela. Las protagonistas son cuatro amigas, pero también la competitividad, la envidia, los celos y la ternura. Es mucho más realista que Sexo en Nueva York o Mujeres desesperadas. Virginia es un alma inflamable, hedonista, siempre busca el placer y vivir experiencia, ser seducida. Esther es descreída, altiva, escéptica, pero al mismo tiempo tiene muchos complejos. Se crece ante la adversidad. Silvia es muy compleja y dramática, se ve como secundaria de su propia vida y siente una gran pulsión por la muerte porque no se considera a sí misma una persona interesante. Carla es la más romántica y obsesiva, es un alma fluorescente que sólo brilla en la oscuridad. En la noche se mueve como pez en el agua y deja salir su verdadera personalidad, porque por el día es muy tímida. Todas ellas son como son por la infancia que han vivido y por los padres que tienen”.
La autora añadió sobre su novela. “Es muy visual y cinematográfica. Son historias cruzadas. Es cierto que hay muchas palabras soeces y malsonantes. Pero la culpa de eso la tiene Francisco Umbral, mi escritor favorito, y su mejor novela, Mortal y rosa, que es mi obra favorita. He intentado imitarle, salvando las distancias, porque si no sería muy pretencioso por mi parte. No he tenido ningún tipo de complejos para utilizar este lenguaje, entre otras cosas porque creo que al mezclar distintos estilos se gana en credibilidad”.
Sobre el título de la obra, Taradas, Viviana Fernández explicó: “Taradas es la etiqueta social que pondrían a las protagonistas si las conociera. Pero lo único pornográfico de esta novela es el acceso que hay a los pensamientos más íntimos de las protagonistas. Que el lector decida si están o no taradas”.
Por último, la autora habló sobre otros proyectos. “Esta obra está escrita hace tres años. Antes había escrito poemas pero no los he publicado porque son muy íntimos y no tienen interés. Después de Taradas he escrito en Bruselas otra novela y ahora estoy ya con la tercera, me he crecido y voy a por todas, pero sin prisa. Esta tercera novela trata de la mujer de un diplomático que vive en un país exótico”.