Presentación en Madrid de libro de poemas “Sombras de Acacia”

Por Layret @masoaprendiz
Este miércoles 13 de junio de 2012 a las 19’30 horas en el Ateneo de Madrid tendrá lugar la presentación del libro "Sombras de Acacia. Compás sobre Escuadra” editado por Masonica.es 
Su autor es Ilia Galán, Titular de Estética y Teoría del Arte en la Universidad Carlos III de Madrid y profesor invitado en las universidades de Oxford, Harvard, la Sorbona, New York University, etc... Columnista en El País, los diarios del Grupo Promecal,, Diario de Noticias de Navarra, Gipúzkoa, etc. Ha publicado los poemarios, traducidos a varios idiomas: Tempestad, amanece Madrid: 1991, Arderá el hielo, 2002, Amanece, 2005, Antología de Sol y edades, 2009, Ars Sacra, 2011 e Imágenes poéticas en Carrión de los Condes, 2011. Editor de 10 poetas, 10 músicos. 2008 y Trovadores del silencio, 2010. Su obra ha sido editada en varias lenguas.

Ilia Galán

Alguno de estos poemas, como “Construcción”, fue leído en las rituales celebraciones de logia. La logia Phoenix número 31, donde fue iniciado el autor de estas letras el 22 de octubre de 1996, en la que fue aprendiz, compañero, maestro, y de la que llegó a ser su cabeza como Venerable Maestro, emerge con un referente de origen renacido y abrasado, cenizas y fuegos, así como sucede con la construcción universal de las civilizaciones en esta nuestra gran casa del mundo; sus más de quince años de trabajos en esa logia, más los años de pertenencia a la logia St. Barnabas, nº 3771, en Londres, al Supremo Consejo del Grado 33 en España, al Gran Capítulo Francés, llegando al grado de Príncipe Rosacruz, sus visitas y trabajos en logias de diversos ritos en París, Nueva York, Budapest, Viena, Florencia, Perugia, y otros lugares del mundo han dejado algún rastro en su camino y también en sus versos.
Son muchos los poetas y escritores de los que se dice cómo han sido iniciados en la masonería: Goethe, Lessing, Voltaire, De Maistre, Stendhal, Rimbaud cuando recomienza su vida, el Duque de Rivas, Larra, Espronceda, Tomás de Iriarte, Menéndez Valdés, Núñez de Arce, Félix María de Samaniego, Manuel José Quintana, José Echegaray y Ramón Gómez de la Serna y Antonio Machado, Swift, Alexander Pope, Lord Byron, Walter Scott, Oscar Wilde, Anthony Trollope, Arthur Conan Doyle, Kipling, Carducci, Pascoli, Salvatore Quasimodo o D’Annunzio, entre otros a los que suele nombrarse con dudas de que lo hayan sido, como Zola, Antonio Machado e incluso García Lorca, pues no hay apenas documentación fiable disponible para certificarlo. Se sabe que algunos y muy principales poetas como los citados, han sido francmasones, sin embargo, no se conoce a menudo la relación entre los poemas y su recorrido en el secreto de las logias, en su investigación interior, entre mandiles y malletes, espadas o columnas fecundas que parecen quebrarse en el polvo del olvido. Pero esa relación se da muchas veces y así lo testimonian, como en el conocido caso de la Flauta mágica de Mozart y Schikaneder, algunos de sus textos.

Los poemas que el lector puede leer en este libro son una selección de los publicados en diversos libros en donde siempre aparecen, de un modo u otro, veladamente, las sombras de la acacia, su flor o sus espinas, la escuadra o el compás. Por sus páginas podrá hallar quien las recorra el camino de las alegorías hacia otro mundo, universo espiritual donde se busca una mayor perfección, pues están impregnadas de elementos utilizados comúnmente en la masonería.
Asimismo aparecen por estos universos aprendices, compañeros y maestros que en fraternal unidad buscan unidos cada uno su propio camino en el bosque de metáforas o signos que en el mundo hallamos.
En esta poesía emerge la Unidad desde la Trinidad, armonía de los contrarios o lo diverso. Asimismo surgen cánticos contra la tiranía, sea de la tiara papal o de la corona imperial, de reyes o presidentes, de amigos o enemigos; un grito hacia la fraternidad universal por encima de razas, sexos, lenguas, religiones y otras creencias o cualquier otra división que produzca odio o injusticia; una lucha hacia lo mejor, apoyándonos, ayudándonos unos a otros, una denuncia de las opresiones y una defensa de los más pobres y afligidos, incitando a la igualdad de los hermanos, desde la libertad que engendra la fraternidad, como hijos todos que buscan al Padre eterno dentro de sí mismos y a menudo vagan perdidos en el horizonte de un espejismo. Aparecerán escuadras y compases, esculturas en roca o madera, torres, catedrales, piedras labradas o sin desbastar, aprendices, compañeros y maestros, sabios y necios, oscuridad y luz, dameros en blanco y negro, laberintos, claves, ruinas, trabajos de construcción, columnas salomónicas, ángeles y demonios, Oriente y Occidente, San Juan y el fuego... Pero se estará hablando del mundo, de su origen y el nuestro, de la sociedad, del amor y el odio, de los sentimientos y los ideales ante las duras y brutas piedras de la realidad a la que pretenden labrar.
Entre estas líneas surgirá el sentido de la palabra perdida y el templo que cada cual encuentra en sí mismo, en la naturaleza o en los santuarios físicos, recreando lo sagrado, el infinito, dentro de sí mismo, para así buscar el horizonte último en el que situar nuestra posición en el universo, para saber de dónde venimos y a dónde vamos, para ver cómo vamos y caminar con un rumbo adecuado a cumplir nuestro fin, allí en la perfección buscada, acercándonos al ideal, luchando por rozar lo infinito, simbolizado a menudo por el Sol, imagen de la máxima luz, de la divinidad que ha de nacer en cada corazón, la que podemos ser desde nuestras limitaciones si queremos.
“Sombras de Acacia, (Compas sobre escuadra)”, Masonica.es, 178 págs., 12 euros.