Preservación del medio ambiente

Por Drusilla


El valor protector del bosque
Desde mucho tiempo atrás, los científicos han fijado su atención en la "función protectora" de los bosques: -para atemperar las asperezas del tiempo y de otras contingencias de la naturaleza; y -para conservar el suelo, el agua y otros recursos naturales. Hoy en día este concepto se encuentra en la legislación de muchos países.
Y no es para menos. Un especialista uruguayo en silvicultura expresa: "La función protectora de las masas boscosas representa un valor, llamado de influencia, tan importante como su valor maderero'. Si bien el hombre siempre tuvo en cuenta y apreció debidamente este valor de influencia de los bosques, no le resultó fácil -con los medios que disponía - estimarlo o medirlo con exactitud.
Con el paso del tiempo, la ciencia ha avanzado en la medición de algunos de estos valores. Así, por ejemplo, mereció atención un tema puntual, de actualidad, y es el que se refiere a la profunda conexión entre los bosques y los problemas medioambientales que el mundo está abordando. En el caso de los cambios climáticos, los científicos han logrado cuantificar el dióxido de carbono (COJ que los árboles son capaces de absorber desde la atmósfera en la fotosíntesis. Veremos con más detalle este aspecto un poco más adelante.
No dudamos que, en un futuro próximo, la ciencia se aboque a investigar otros de los muchos temas conectados con la función protectora de los bosques. Y es que en todo el mundo la gente desea experimentar más de cerca la Naturaleza, desea aprender más de cómo proteger los recursos naturales y desea conocer más de la conservación del medio ambiente.
Si consideramos en su justa medida estas funciones protectoras, comprenderemos el alcance que para el bien común y de la humanidad poseen. Veamos algunas de ellas:


Proporciona sombra. Para el hombre en la ciudad (en los paseos y parques) y para las casas de campo. El ganado, en particular, se beneficia de la sombra de los árboles, ya sea aislados o en "montes de sombra"; éstos reducen significativamente el estrés de los animales en los días cálidos y secos del verano, y reduce también las necesidades de alimento.
Proporciona abrigo (del viento, las bajas temperaturas y las tormentas). En invierno el ganado vacuno necesita 50% más de alimento para mantener el calor del cuerpo y 20 % más para sobrellevar los efectos simultáneos de las bajas temperaturas y del viento. Protección de las majadas, especialmente después de la esquila y durante la parición.
Un monte de abrigo bien instalado puede reducir la velocidad del viento en un 70%, y así mantener la buena salud del ganado, conservar su peso, bajar la mortalidad y reducir el costo de alimentación.