Si normalmente se debe desconfiar de las personas que ansían el poder, en este caso en particular hay que desconfiar doblemente ya que hay que ser muy pobre de espíritu para que tus metas sean tan bajas. Normalmente sólo los mediocres o los tontos sueñan con tan poco y esta combinación de cualidades es completamente explosiva.
A pesar de todo, no es raro encontrarse con este tipo de personas. Seguro que muchos conocéis o habéis conocido en algún momento a un presidente de comunidad por vocación. Y seguro que más de una vez habéis tenido que sufrir en vuestras carnes su megalomanía u os habréis reído con sus tropelías.
Las razones por las que una persona con evidentes desequilibrios mentales consigue alcanzar el puesto deben buscarse en su increíble persistencia y en su empeño en lograr su objetivo. Las reuniones de vecinos suelen ser una tortura que intentan evitarse de cualquier forma y a las que sólo se acude para evitar que el administrador de fincas y el presidente cometan demasiados desfalcos, por lo que es normal que la gente acabe escogiendo a aquellos que se postulan insistentemente para poder terminar lo antes posible. Poco después de ser escogidos, tratarán de mantener a un lobby suficientemente representativo para perpetuarse en el poder todo lo posible: los viejos cascarrabias y otros locos ansiosos por lograr algo de notoriedad suelen ser los escogidos para ser sus secuaces.
En mi vida tengo recuerdos de dos casas y en las dos he tenido dos presidentes por convicción. El actual tiene la costumbre de bajar a la piscina (en la que esta prohibido TODO) embutido en un mínimo bañador negro fardahuevos y adopta pose de Superman (brazos en jarras, apoyando los puños cerrados sobre la cintura) para supervisar que todo está en orden. Si un niño alza la voz más de lo normal le lanza una mirada reprobatoria o a sus padres o al propio niño y después se lanza a la piscina, donde se pone a hacer largos por el centro, para así ocuparla por completo y que nadie se interponga en su ejercicio diario. El último incidente que ha tenido que afrontar en su mandato ha sido con un vengador silencioso y misterioso que se dedica a rayar los carteles de "prohibido fumar" de los ascensores y grabar en ellos injuriosos mensajes del tipo "el presidente es un calbo". Las faltas de ortografía y lo fácil del insulto (que, por otra parte, es completamente cierto) me indica que este enmascarado es bastante jovencito, pero desde luego tiene mi apoyo en su cruzada. A pesar de que los carteles se sustituyen regularmente, con lo que esto supone en gasto para la comunidad, y se están colgando avisos donde se solicita la colaboración de los vecinos para localizar y apresar a este rebelde, nadie ha podido o querido localizarlo. Desde este blog, si me está leyendo, quiero que sepa que muchos estamos con él.
En fin, espero que entre los lectores no se encuentre ningún presidente de comunidad por devoción. Y si lo hay, seguro que es por amor a la raza humana y no por un irrefrenable deseo de amasar una pequeña cuota de poder en la vida.
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