Argumento
Tres largas relaciones, dos hijos, dos divorcios y una situación económica al límite es todo lo que ha conseguido a sus cuarenta y cuatro años. Todo se desmorona a su alrededor: la relación con su única hermana, la educación de sus hijos, la tienda de instrumentos de música con la que apenas se gana la vida, las relaciones con sus ex parejas… Siempre ha tenido un bajo concepto de sí misma, jamás realizó tarea alguna que la hiciera especial; y nunca se ha planteado si las continuas frustraciones que la persiguen responden a algo más que su falta de talento y voluntad.
Pero un día recibe la llamada de una amiga de la infancia y, a partir de ese momento, se ve obligada a regresar al pasado, a revivir el papel que representaron sus padres, abuelos y hermana, en la que hasta entonces le había parecido la más perfecta casa de muñecas: el hogar de su niñez.
La llamada le informa de que un trágico suceso, que protagonizó a los ocho años, ha salido a la luz por un proceso judicial en el que se ve inmersa de repente. Estela pensaba que aquella tarde de verano había quedado enterrada en el labrantío donde desembocaba su calle.
Esto dará la oportunidad a su abuelo Rafael de regresar del pretérito para acabar un trabajo que quedó suspendido y salvar a su nieta del caos que la devora.
Estructura, ambientación y estilo narrativo
La novela se estructura en 19 capítulos de no muy larga extensión. Todos ellos están sin numerar, encabezados por la localización y la fecha en que tienen lugar los hechos que narra.
La historia se sitúa entre Granada y Málaga, saltando alternativamente desde el presente (2009) hacia el pasado (1973) siempre siguiendo el personaje principal de Estela. Las descripciones de lugares son más frecuentes en los recuerdos del pasado, a pesar de que por lo general se centras mas en las impresiones personales de los personajes.
La narración esté hecha en tercera persona, siguiendo al personaje de Estela, aunque en ocasiones se separa para prestar atención a otros. El lenguaje es sencillo y sincero, con abundancia de diálogos y pensamientos internos. La lectura es fluida y atrapante.
Personajes
Estela es la protagonista indiscutible de la historia. Es una mujer que vive sola con sus dos hijos, divorciada en dos ocasiones y que regenta una tienda de música. Su vida es un desastre, llena de fracasos de todo tipo y malas relaciones con su familia. Sabemos que hay algo en su pasado que le impide evolucionar y la llena de culpa y dolor, pero que no nos desvelará hasta el final.
Miguel Ángel es un abogado de éxito, ya no demasiado joven. Tieneun hijo de 15, y es viudo, con una buena vida, fue feliz y tiene dinero. Parece que siempre está dispuesto a ayudar y dar un voto de confianza. Realmente es la antítesis de Estela, pero hay algo que hace que se sientan atraídos el uno por el otro.
Rafael, su abuelo, es una persona entrañable, atenta y sincera. Ayudó a Estela a formarse como persona y a desarrollar sus cualidades en la infancia, mucho más de lo que podrían haber hecho sus padres. Casi se podría decir que ella es como es gracias a él, a pesar de que la vida les haya dado la espalda en varias ocasiones.
También hay muchos otros personajes, que con su interacción nos ayudan a entender un poco más de la vida de Estela: su hija Marina, su hermana Chari, su exmarido… aunque a excepción de su familia más cercana, pocos están tan definidos y algunos son meros figurantes, como sus amigas de la infancia.
Mi opinión
Cuando Mercedes me ofreció organizar una lectura conjunta para su novela, yo ya llevaba leídas sus otras dos obras, y tenía Pretérito imperfecto pendiente después de ganarla en un sorteo. Como muchos blogueros, yo había seguido la trayectoria a base de lecturas conjuntas y recomendaciones, y la verdad es que me hace mucha ilusión cerrar un ciclo provisionalmente.
Esta novela, sin embargo, es diferente a otras de que haya escrito. Pero al mismo tiempo, es igual: igual de adictiva, igual de entrañable,… Te enamoras de sus personajes, sientes con ellos el amor y la culpa, lloras con ellos. La diferencia radica no solo en el formato, con sus saltos temporales, sino en su forma de afronta la historia.
Porque lo que narra es una realidad y nada de historias hipotéticas. Porque, personas sacrificadas por una causa (sus hijos) y llenas de culpa, incapaces de orientar su vida correctamente, las hay a cientos. Porque nos da igual que es lo que haya pasado, siempre que Estela encuentre la luz entre tanta sombra.
Quizá por eso, por el contraste entre épocas y la luz-oscuridad, me ha gustado su época infantil. La autora la describe casi como si la hubiera vivido ella misma, y la relación entre Estela y su abuelo es verdaderamente enternecedora. Supongo que a mí me resulta especial porque nunca he tenido una, pero no mentiría si dijera que el abuelo Rafael es mi personaje favorito.
En esta época (tan luminosa por pasar por el filtro infantil, pero tan gris por todo su contenido), me ha hecho especial gracia la escena de la comunión: Estela es tan inocente que se sienten unas ganas irrefrenables de sonreir y achucharla. Me ha recordado mucho las anécdotas que contaba mi madre sobre su colegio de monjas (y el pánico que le tenía ella al infierno, lleno de llamas y azufre). Eso nos hace pensar también en el realismo que incorpora la novela.
Los personajes están perfectamente definidos, aunque al no haber muchas descripciones, todo esto se ha logrado mediante los diálogos y las acciones. De esta forma, se da al lector un poco de trabajo y se le obliga a pensar por sí mismo y crearse una imagen poco a poco. Que sí, puede ser errónea, como a mí me sucedió con Chari… pero se agradece.
No puedo decir que sienta ninguna preferencia entre bloques temporales, ya que ambos me han gustado por igual y cada uno aporta una cosa diferente: el presente, el querer que todo le salga bien después de tantos años; y el pasado, disfrutar de la infancia de Estela y saber lo que ocurrió en aquella época.
En cuanto al tema de la intriga, ayer mismo leí una reseña y me gustaría matizar que no creo que la sinopsis de a entender más de la que en realidad hay, pero aun así es leve. Como ya he comentado, si que se dan a entender temas sin resolver que vienen de la infancia, pero no resulta vital para el lector saberlo. Porque es una novela para sentir con los personajes…
Por eso, hacia el final, ya lo intuimos todo y sabemos más o menos como va a acabar. Aunque tampoco pasa nada por ello, porque al llegar, resulta igualmente emotivo. De hecho, yo he llorado al final (y es algo que no me pasa nunca). Para mí no ha resultado imprescindible conocer ciertos aspectos, a no ser por la necesidad de cerrar totalmente la historia.
En un ranking colocaría esta novela entre Maldita (que me enamoró) y La última vuelta de scaife, que tampoco se queda atrás. Es posible que Mercedes tenga una habilidad especial para los personajes femeninos y las infancias, y con Estela lo ha bordado. Esta novela es distinta, porque si las dos anteriores hablaban de una superación personal, de una búsqueda y de personas que llevan la felicidad dentro, esta habla de culpa, dolor y años de silencio. También de cómo una persona que tenia todo el potencial, termina sumida en una vida desmadejada. Pero nos da las ilusiones para sabes que es posible remontar.
Se me hizo corta su lectura, porque apenas me duró dos días…. Y leído desde el móvil, que es lo peor. Engancha mucho, aunque te des cuenta de que apenas te ha contado nada concreto en el avance de la historia, pero enseguida empatizamos con los personajes y nos metemos en la historia para desearles lo mejor.
¿Quizá será una historia para mujeres? Es posible, pero aun no conozco ninguna opinión masculina, así que desde aquí animo a todo el mundo a que la lea, porque no tiene desperdicio. Sobre todo, si te han gustado sus dos obras anteriores, esta no te la puedes perder.