Allí, en el centro cultural que lleva su nombre, nos damos cita, en el mes de julio de cada año, los poetas, esa legión de inútiles amantes de la palabra y de las causas perdidas. Bueno, hubo una excepción: no hubo curso el pasado año, con Diego enfermo y postrado en un julio infame y maldito. Pero este julio hemos vuelto. Juanjo y Martín, con el estreno del joven profesor y poeta Ángel Luis Luján, han hecho posible el retorno, han conseguido que la muerte de Diego fuera menos muerte y que todos sintéramos que su palabra estaba con nosotros. Allí nos hemos dado cita de nuevo y hemos vuelto a ser cómplices y hemos conjurado a la muerte porque el Curso de este año se ha dedicado a la obra de Diego Jesús. Ha sido el gran homenaje de los poetas y de los amantes de la poesía al poeta que reposa en el pequeño cementerio del pueblo que lo vio nacer.
Pero Priego ha sido siempre algo más: son las noches en la plaza cuando las ponencias y lecturas terminan y los poetas convivimos con los amigos de la infancia del inventor del Curso, y los críticos y profesores (Prieto de Paula, Juan José Lanz, Jambrina, Molina Damiani, Miguel Casado, José María Balcells, Carme Riera, Domínguez Rey…) dejan claustro y encerado (y power-point, mejor dicho) para entregarse al gin tonic y al debate informal y a la conversación sobre fútbol y ciclismo (casi siempre el tour de Francia, no olvidemos que en Priego nació el mítico Luis Ocaña). Es la caldereta en medio de los pinos y de la noche y junto al río Escabas, y es Manolo, el dueño del hotel El Rosal, viejo emigrante regresado de Holanda en 1970 y animador de las izquierdas en Priego desde las primeras elecciones en 1977. Y el Curso, este año, para mí ha sido, en la tarde del miércoles, un viaje, guiado por Manolo y en compañía de los antonios (Hernández y Carvajal) a los inmensos pinares del parque natural del Alto Tajo, una excursión entre inmensos desfiladeros de roca de color teja, entre bosques de encina, sabinares y pino albar que se inició en Priego y terminó en el límite de Guadalajara con Teruel… Y, al regreso y después de la cena, en el velador del bar de la plaza, se ha celebrado la lectura de quienes hemos querido dejar en el aire algunas palabras de cercanía al amigo que se nos fue. De todos los poemas leídos, destaco uno: el maravilloso titulado "Color solo", de su libro Bajorrelieve, un canto al color verde, leído bajo las estrellas y un viento fino y algo frío, por Patricia, la nieta de Diego.
Por último, este año, el Curso de Priego ha sido el firme compromiso de dar continuidad a esta obra, casi una iluminación, de Diego Jesús. Una continuidad que, a mi juicio, tiene que ensanchar el horizonte hacia aspectos imprescindibles de la poesía de hoy: la edición (Emilio Torné, Munárriz, Pepo Paz, Chus Visor, no sería malo contar con vuestra participación y vuestros diferentes enfoques de la edición de poesía en los debates futuros), el nuevo fenómeno del blog, las revistas digitales, la función del librero en la difusión y venta de la poesía. En definitiva, de consolidar y profundizar , en los próximos años, en los contenidos de una cita imprescindible con la palabra poética y con el poeta que soñó hacer de Priego, al menos durante unos días, el centro neurálgico de la poesía en castellano. De hacer del Curso un referente imprescindible.