El grito del pueblo egipcio ha traspasado fronteras pese a todos los esfuerzos por taparle la boca. Treinta años, casi nada, ha durado esta pesadilla, treinta años de pobreza, terror y censura. La primavera ya no es en Praga, ahora se anuncia en el país de los faraones donde ondean banderas de libertad y resistencia. “Tahrir” significa liberación, en la plaza que lleva su nombre, miles de personas están dispuestas a no moverse unidos en un solo canto: ¡irhal!, (¡vete!). Ojalá esta transición llena de esperanza no sea a costa de más sangre derramada. Nunca más otro Tianamen. Ojalá estos anhelos de cambio se conviertan en una lección para el resto del mundo. Ojalá signifique que por fin, la libertad se puede ganar de manera pacífica, abriendo las manos para construir, en vez de apretar el puño para empuñar un arma. Ojalá llegue esa primavera y cubra el desierto de flores.
“Abre toda tu mano.
Esta apertura es la salvación.
El cielo está apenas por encima de la tierra.
Nos movemos en el vacío.
Derribamos un muro a cada paso.”
(Edmond Jabés)