Y, aunque la primavera propiamente dicha, aquí (en el hemisferio sur) comience este año el 22 de septiembre, les dejo la entrada hoy mismo porque - por convención - los estudiantes, ansiosos por el veranito y demás simples mortales admitimos a viva voz que el invierno es cosa del pasado y los días son más bellos y luminosos porque sí...
El equinoccio de primavera es la época del año en que, por hallarse el Sol sobre el ecuador celeste, la duración de los días es igual a las de las noches - a excepción de los polos - lo cual sucede anualmente entre el 22 y el 23 de septiembre (en el Hemisferio Sur) y entre el 20 y el 21 de marzo (en el Hemisferio Norte). Desde este momento, los días comienzan a alargarse y las noches a ser más cortas, razón por la que la naturaleza empieza a renacer tras el letargo invernal.
Eran frecuentes en el mundo antiguo las celebraciones durante el equinoccio de primavera. Los antiguos griegos, por ejemplo, celebraban el regreso de Perséfone (hija de Deméter, diosa de la tierra) desde las profundidades del Averno, simbolizando la resurrección de la vida tras la desolación del invierno.
Los frigios creían que su principal deidad dormía durante el solsticio de invierno y, por ello, celebraban con música, danzas y fiestas el equinoccio de primavera para logar despertarlo.
Independientemente de la cultura, todas ellas coinciden en considerar la primavera como la estación de año donde se produce la renovación de la vida, el pasaje de la muerte al nacimiento, del letargo al florecimiento. Por lo tanto, no es casual que las dos grandes culturas: cristiana y judía celebren (en el hemisferio Norte) la fiesta de Pascua en esta época. Para unos la Pascua de Resurrección (el pasaje de la muerte a la resurrección de Jesucristo); para los otros el Pesaj (el pasaje de la esclavitud a la liberación).
En parte tomada de la tradición celta de celebrar a la diosa Eastre (Primavera), nace la Pascua anglosajona (Easter) que cuenta con el conejo y el huevo de pascua como elementos para simbolizar la vida, la renovación, la fertilidad.
Pues bien, llegó la primavera y con ella algunos nuevos productos de la huerta comienzan a aparecer en las verdulerías. Aprovechá para consumir las frutas y hortalizas de estación porque están frescas y a mejor precio que aquellas que, aunque consigamos en cualquier estación del año, no son propias de la época. Este hábito te permitirá cuidar tu salud al mismo tiempo que tu bolsillo.
La primavera nos ofrece días de lluvia, mañanas y atardeceres frescos, nuestro jardín que se renueva y el sol que brilla con un calorcito más acogedor que el de invierno, el trabajo incesante de mariposas, abejas e insectos y aromas frescos...
En la cocina nos llenamos de ganas de preparar tartas frutales, tés o infusiones frescas y sabrosas para convidarles a nuestras amigas.
Disfrutemos de las delicias de una estación que nos brinda mil tesoros para descubrir a cada paso.
¡Nos reencontramos la semana próxima!