Acabé la primera mortífera digo. Un novelón de principios del XX. Una crónica de los peligros del corazón. Del riesgo de confiar en quien uno no debe. Del regusto amargo que deja la traición. De la soledad a la que nos abocan los años, cuando al fin comprendemos que quienes nos importaron ya no están y quienes nos traicionaron ya no nos importan...
Acabé la Primavera mortífera. Mi primer libro de Lajos Zilahy, publicada en España por los amigos de Funambulista. Voy, con los años, descubriendo la narrativa húngara. Una isla venida del este en un mar eslavo. Nadie ha superado aún, entre mis lecturas, a Sandor Márai. Recuerdo luminoso el último encuentro, ese libro que ya escribí hace años y que me llevará a reencontarme, ya anciano, con algunos de mis fantasmas más queridos en la Sanabria otoñal de los años cincuenta de este siglo XXI.