Si la violencia es contra mi, a veces, logro entender el miedo de quien la ejerce. Cuando la violencia es ejercida contra otr@ levanta, siempre, humos de ira, que quiere volverse enfadada, hasta que vuelvo a entender el miedo que la causa y entonces, solo entonces logro que la razón acompañe a mis palabras. Cuando la violencia es contra niños, no entiende mi cabeza, mi corazón se para y sufren mis entrañas porque no hay futuro, sin jóvenes. No hay esperanza, sin la frescura de savia nueva y no hay razón, que justifique, ni siquiera cuando llega envuelta en miedo, cuanto menos, cuando solo llega reventada de intereses que no pueden siquiera voltear conciencias.
Entiendo el miedo, de verdad que lo entiendo pero es de absoluta justicia que tu miedo sea controlado por ti, cuando impide tu propia protección y la protección de quienes tienes al lado. No hay miedo que se justifique en el ataque y no hay razones, a veces, ni siquiera en la defensa, cuando acercan a tu cara un libro y aún así, levantas la intención de golpear, allí donde más duela.
Nunca encontré la dignidad en momentos donde la ira clamaba volverse violencia y cuando la ira ni siquiera aparece y solo llama a la violencia razones que no buscan más que satisfacer intereses, ya no hay nombre que pueda pronunciar sin sentir que me quedo corta y que no debería ser posible que el ser humano llegara a olvidar, la hermosa presencia hasta de si mismo.
Hoy oscura llega la fría mañana de invierno y en ella, cae una gota que avisa: "Da igual, como te pongas o como deberías ponerte, detrás del invierno siempre luce la más espléndida de las primaveras" Hoy en la fría mañana, en blanco y negro, caen gotas rojas que alertan de que la explosión de colores está cerca, guste o no, debiera o no debiera gustarte, te lo aseguro, florecerán todas las flores.
Entiendo el miedo, después de tan duro invierno, pero es hora de levantarse y estirarse hasta dejar entrar en cada poro el olor de la más dulce de las primaveras.
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