Agencia Paco Urondo: Comenzaste tocando música clásica y con los años le pusiste sonido al barrio de Flores. Contamos un poco más acerca de esto.
Por otra parte, soy residente del barrio desde hace casi 40 años. Es el lugar donde me aquerencié y por eso, a la hora definir una cuestión estilística digo que hago música de Flores. Yo no compongo música de género. Compongo música de autor. Y si el compositor que soy yo vive aquí, haciendo el silogismo correspondiente, la música tiene que ser de aquí también.
Tengo un texto en mi gacetilla de prensa que dice: “En realidad la música de Flores combina los patrones rítmicos, el carácter y la estética de las músicas sudamericanas con el espíritu de improvisación del jazz. Y eso fluye dentro de procesos de composición. Asociados con la música de tradición escrita. Lo cual resulta en una mezcla inestable de erudición y atorrantismo”
APU: Ya en los ‘70 y en medio del auge del Rock Progresivo Sinfónico vas a conformar Trigémino. Una banda cultora del género en nuestro país. Que además está de regreso.
JPR: Sí. En la adolescencia me pegó muy fuerte el rock progresivo. Y con ese estilo tuve mi primer banda en los 70 con la que acabamos de encontrarnos nuevamente para presentar el disco reunión “Trampas para engañar” en el teatro Monteviejo. Un álbum que se debió haber grabado hace varios años atrás. Trigémino está integrada por Jorge Minissale en guitarra, Carlos Garófalo en bajo y voz, Marco Pusineri en batería y quien te habla en teclados. Seguramente el año que viene vamos a seguir tocando. Fue bastante interesante juntarnos a hacer la música que hacíamos en aquellos años.
APU: ¿Cómo fue que se dió 40 años después que finalmente puedan editar el material de Trigémino?
De todos modos son proyectos que se van haciendo de a poco y entre una cosa y otra pasaron todos estos años en poder terminarse.
Mariana Bianchini (Panza)
APU: Desde una perspectiva de músico, compositor y cultor del estilo. ¿Qué nos podes decir acerca del auge y la caída del Rock Progresivo?JPR: Hay bastante escrito sobre el tema. La aparición del género rock progresivo sinfónico responde me parece a una generación sobre todo ubicada en Inglaterra que vendrían a ser algo así como los hermanos menores de The Beatles. Estos jóvenes pensaron que a partir de la salida del disco “Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band” editado en 1967 todo era posible musicalmente hablando. Entonces, van a tomar un poco esta idea junto a cierta otra asociada al romanticismo como estética y como cuestión filosófica también. Creer que la dificultad es algo valorable. Dificultad en la escucha y en la ejecución. Surge así este nuevo lenguaje en el rock con composiciones más extensas. Y con un piso de ejecución bastante más alto.
APU: Esa complejidad de la propuesta muchas veces fue vista como impedimento a la masividad. ¿Acordás con ese punto de vista?
JPR: No estoy de acuerdo con eso que se dice. Es más bien un mito. Un invento de los detractores. Emerson Lake & Palmer por ejemplo hacían estadios para miles de personas. Que el rock progresivo dejara de estar en el centro de la escena tiene que ver más con los avatares de la cultura.
Recuerdo un reportaje hecho no hace mucho a Rick Wakeman, histórico tecladista de Yes, en donde decía que parte de la arrogancia de esos tipos era que tenían 25 años y que además tocaban muy bien. Entonces él se preguntaba. ¿Qué querían que hagamos. Que no lo hagamos notar?
Después aparece el punk y trae consigo el concepto de estar en contra justamente de lo complejo. Y logra una especie de revolución hecha desde la simpleza. Como cuando Eduardo Arolas, en los primeros años del siglo XX en nuestro país, abandona la habanera y empieza a tocar el tango en 4.
APU: Fuiste convocado para ser parte de un espectáculo que tiene como objetivo central recorrer el primer disco de Almendra a 50 años de su edición. ¿Cómo surgió la propuesta?
La propuesta de la orquesta fue entonces incorporar la tradición del rock argentino. Para que esto suceda también tiene que ver que el promedio de edad de los músicos que la componen hoy es bastante joven. Incluso tengo el vínculo con alguno de ellos a través de grabaciones de arreglos de cuerdas que hice para grupos de pulso rockero. Así que en ese sentido es una ventaja. Conocen mi trabajo.
Ellos me habían llamado el año pasado para trabajar juntos y hacer la producción y curaduría de parte de la obra de Miguel Abuelo. Los cantantes en aquella oportunidad fueron Gabo Ferro y Micaela Vita y como recitador estuvo Pipo Lernoud. Esta vez, y ante la nueva propuesta. El proyecto que les presenté fue que la orquesta interpretara el primer disco de Almendra con el aporte en voces de Mariana Bianchini y Rubén Goldín.
Luego, el segundo paso que di fue reunirme con los miembros originales del grupo que lideró Luis Alberto Spinetta para ver con ellos que les gustaría hacer. En qué temas les gustaría participar y de qué manera.
Entonces lograr que este ensamble entre en el lenguaje del rock sin dejar de sonar como orquesta sinfónica es todo un desafío. Y además tener a Rodolfo García, Edelmiro Molinari y Emilio Del Guercio como invitados especiales es increíble. Imaginate que como muchos de mi generación guardo todavía una carpeta del secundario con las fotos de toda esta gente pegada. Pensar que cuando salió este primer disco del cual estamos hablando yo tenía 10 años.
APU: ¿Cómo es el trabajo de curaduría en un evento de estas características. Que es lo que tenés en cuenta para su construcción?
JPR: En realidad el rol de curador es más apropiado para las artes visuales. En este caso es una especie de puesta a punto del espectáculo como un todo. Tomar como concepto el primer disco de Almendra es el comienzo de la curaduría. El otro punto fue pensar como presentar el disco en vivo. La primer canción de la placa es “Muchacha ojos de papel”. Entonces y por motivos más que obvios yo no puedo abrir el show con ese tema. Con lo cual la solución que encontramos es que el material se ejecute al revés. Comenzando con el último track que es “Laura va”.
Es interesante también ver cómo está planteado el concepto y el objetivo del trabajo de que la orquesta invite a los solistas. Es como central esto me parece. No es que los músicos de Almendra se reúnen para que La Filiberto los acompañe sino que el orden es exactamente al revés. El ensamble es el que homenajea a este disco tan importante con el lujo de tener a Emilio, Rodolfo y Edelmiro cantando y tocando instrumentos.
APU: ¿Cómo fue encontrarte con estas canciones tan emblemáticas y tener que hacer arreglos que te permitan llevarlas a otros lenguajes musicales?
JPR: Aunque suene un poco arrogante tengo que decir que me fue bastante sencillo encarar los arreglos. Es que me siento un poco traductor de estos idiomas musicales que en la obra van circulando. Por momentos se pasa del lenguaje del rock al sinfónico y del tango al folclore. Y yo los hablo todos. Puedo establecer puentes entre ellos. Eso sí, te tenés que sentar a laburar, gestar ideas, poner todo tu oficio ahí. Y como en toda creación. Hay días que las cosas fluyen y hay otros que no pasa nada.
Debo confesar también que es un poco intimidante meterte con ese material. Porque estamos hablando de un corpus de canciones muy significativas. Muy interesantes. Más allá de que yo a los temas los conocía. Algunos más al dedillo, otros menos profundamente. Me volví a reencontrar con el material originario y también me serví de producciones posteriores para trabajar como la de los conciertos del cuarteto de 1979 al que asistí como espectador a los 20 año. Y al segmento de Almendra que se dio en el marco del recital que hizo Luis Alberto en Vélez el 4 de diciembre 2009 y que se llamó “Las bandas eternas”. Incluso, utilicé otras versiones como la que hizo Pedro Aznar del tema “Figuración” que me aportó mucho porque es muy fiel a la original.
APU: Pienso que una cuestión a tener en cuenta en tu trabajo debe ser hasta donde llegan los arreglos. Para no correr el riesgo de sobrecargar las canciones con texturas. ¿Hay algo de eso?
JPR: En ese balance estas todo el tiempo. Que puedo aportar de interesante para que tenga sentido hacerlo y a la vez no venir con la pretensión de querer imponer ideas nuevas a un material que suena perfectamente así. Una cosa que a mí me ayudó mucho fue leer el libro “Tu tiempo es hoy” del periodista platense Julián Delgado. Allí el autor habla de ciertas conexiones entre el primer disco de Almendra con otras canciones que son incluso de otros géneros pero que hablan de cuestiones parecidas. Algunos vínculos son como muy fáciles de ver y otros no tanto. Por ejemplo la conexión entre ”Laura va” y “She is Leaving home” de Los Beatles es muy notoria. De hecho yo algunas de estas cosas las tomé para hacer guiños en los arreglos. Por ejemplo, hice que “Fermín” dialogara con “Full on the hill” incluida en el disco de los cuatro de Liverpool “Magical Mistery Tour” y con “Mambrú se fue a la guerra” canción popular francesa.
Otro hallazgo que descubrí en el libro de Julián es que “Plegaria para un niño dormido” se puede vincular con canciones de época que hablaban del desamparo en la niñez como “Chiquilín de Bachín” o “Canción para un niño en la calle”. Yo tardé mucho tiempo en entender que los trapos de lustrar que destruye el pibe en la letra del Flaco. Son con los que labura. No con los que la mamá lustra el piso. Y aquí también puse un arreglo de “11 y 6”. Que Fito Páez incluyó en su segundo disco de 1985 bautizado “Giros”. Y aunque muy posterior trata de lo mismo.
De todos modos de este primer disco de Almendra no hay mucho más para decir. Tenés que trabajar con esas canciones que son tremendamente conocidas y emblemáticas para tanta gente entre las cuales me incluyo. No hay que hacerte el hípster y decir mira que groso que soy. Todo lo que puedo hacer con el disco. Eso no funciona. Y a la vez por supuesto hay que generar algo que justifique tu trabajo.
APU: Y además con el aporte que te pueden ofrecer una serie de instrumentos que no son tradicionales en el Rock.
JPR: Absolutamente. Como idea sonora el ensamble de La Filiberto, interpretó durante sus 70 años de existencia música clásica, académica, tango y folclore hechas por compositores argentinxs. Por eso, tiene ciertos instrumentos musicales que no son tradicionales en las orquestas como una fila de bandoneones, charangos y batería. Entonces, es más interesante la paleta que te ofrecen estos tipos de sonidos. A mí en particular es el formato que más me gusta. Sin utilizar instrumentos propios del género la orquesta es la que rockea. La guitarra eléctrica por ejemplo, solo va a aparecer en un par de canciones tocada por Molinari.
APU: Se dice que el gran valor de este disco es la excelencia de las composiciones teniendo en cuenta lo precario de los recursos de grabación que existía en aquella época. ¿Cómo sentís que atravesó el paso del tiempo un álbum que está cumpliendo medio siglo desde su aparición?
Ya con el paso del tiempo los discos que hablábamos al principio y que pertenecen a lo que llamo la diáspora de Almendra es decir Pescado Rabioso, Color Humano, Invisible y Aquelarre suenan muchísimo mejor y están hechos por las mismas personas solo que uno o dos años después. Con lo cual podemos pensar que la industria grabadora se había acercado más a lograr nuevos y mejores sonidos.
Nota original