Estudios previos a partir de datos obtenidos con el Spitzer han resultado en mapas de temperatura de planetas en órbita a otras estrellas, pero éste es el primer vistazo a las estructuras nubosas de un mundo distante.
En el exoplaneta Kepler-7b, la meteorología es altamente predecible, tal como han comprobado unos científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, y otras instituciones: En un día cualquiera, el exoplaneta, que está a casi 1.000 años-luz de la Tierra, está densamente nublado de un lado, mientras que en el otro probablemente reina un tiempo claro y despejado.
El nuevo trabajo constituye la vez primera en que se logra cartografiar la distribución de nubes de un exoplaneta.
El equipo internacional de Brice-Olivier Demory, del Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Estados Unidos, observó que uno de los hemisferios de Kepler-7b está cubierto con una densa capa de nubes, mucho más densa que el más encapotado y plomizo de los cielos de la Tierra, y es tan tupida que refleja una porción significativa de la luz de su estrella. Este escudo de nubes hace al planeta más fresco que otros de su tipo, creando un entorno que fomenta la formación de más nubes en él.
Demory y sus colegas también analizaron la luz proveniente de Kepler-7b en varias fases de su órbita, encontrando que gran parte de la reflectividad del planeta se debe a la presencia de nubes, y que esta cubierta de nubes se distribuye de forma desigual.
Kepler-7b está entre los primeros exoplanetas identificados a partir de observaciones hechas por el telescopio espacial Kepler, de la NASA. Desde entonces, se han confirmado más de 130 planetas de fuera de nuestro sistema solar detectados inicialmente por el Kepler.
Al planeta Kepler-7b se le considera un Júpiter caliente, ya que se compone principalmente de gas y es alrededor del 50 por ciento más voluminoso que Júpiter, aunque tiene sólo la mitad de su masa.
Aún no está del todo claro el motivo exacto de tan marcado contraste entre hemisferios en cuanto a cubierta nubosa.
La meteorología de Kepler-7b debe ser muy distinta a la de la Tierra, y no solo por ser un planeta gigante gaseoso, sino también porque su temperatura se estima que es de entre 800 y 1.000 grados centígrados (entre 1.500 y 1.800 grados Fahrenheit aproximadamente). Por supuesto la temperatura es muy tórrida, pero, gracias a las nubes, menos alta que la que debería tener por su gran proximidad a su estrella, tan solo 9 millones de kilómetros, una distancia menor a la existente entre Júpiter y algunas de sus lunas.
En la investigación también han trabajado Julien de Wit, Nikole Lewis, Andras Zsom y Sara Seager del MIT, Jonathan Fortney de la Universidad de California en Santa Cruz, Heather Knutson y Jean-Michel Desert del Instituto tecnológico de California (Caltech) en Pasadena, Nikku Madhusudhan de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut, y Nicolas Cowan de la Universidad del Noroeste en Evanston, Illinois, todas estas instituciones en Estados Unidos, así como Kevin Heng de la Universidad de Berna en Suiza, Michael Gillon de la Universidad de Lieja en Bélgica, y Vivien Parmentier del Centro Nacional francés para la Investigación Científica (CNRS).
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