Puede elegir voz o texto
Ciudadanos se enfrentará esta semana a su primera crisis interna desde las elecciones generales. Una crisis que, de no aplacarse o resolverse, bien podría terminar en una escisión protagonizada por un sector del partido al que no le hace ninguna ilusión que Albert Rivera se abandone en brazos del PSOE.
En el ámbito nacional, es el más que posible pacto global PSOE – C’s el que tiene expectantes a los centro-derechistas de Rivera. Pero ni uno solo de ellos, ni todos en conjunto, pesan tanto como el izquierdista y adorador del nefasto Soros y disfrazado de liberal Luis Garicano, que defiende los pactos con el PSOE por encima de todo y de todos. Al fin y al cabo, tiene que ser así, si el partido piensa seguir las directrices que el magnate George Soros y el resto de impulsores de la agenda globalista llevan marcando a Albert Rivera desde hace años. Garicano no quiere pactos con el resto de la derecha bajo ningún concepto porque Vox no está por seguir dicha agenda globalista ni sus corrientes paralelas de feminazismo e ideología de género que Ciudadanos ampara, auque de un modo más soslayado que el PSOE, Podemos y cualquier otro partido de la tarada izquierda que puebla estas tierras.
Pero aunque Garicano tenga suficiente peso por él mismo, cuanta con el apoyo incondicional del sector centro-izquierdista del partido, y también con el grupo abiertamente izquierdista que en su momento desertó de la debacle del PSOE liderado por el nefasto Rubalcaba y que sabe que tiene las puertas cerradas si quisiera regresar. Todos ellos forman un frente mayoritario que supera a los ingenuos centro-derechistas que alguna vez pensaron- y siguenen ello -que Ciudadanos era un partido de centro-derecha que había decidido ser liberal.
A partir de ahora, si esta incipiente crisis no se soluciona satisfactoriamente para todos en el partido, podrían darse dos interesantes situaciones. Que Ciudadanos llegue a pactos globales o casi completos con el socialismo, lo que ya advertimos no pocos observadores conociendo los antecedentes ideológicos de Rivera, y que parece la situación más posible. Dado el caso, esto podría resultar en una posterior desbandada, por un lado, de los más cercanos al supuesto ideario del PP, que ya parece haber absorbido en las autonómicas parte del voto perdido de Vox, y por otro de antiguos votantes del PSOE que puedan darse cuenta que siempre es mejor votar al original que al sucedáneo.
O bien, que Rivera decida desobedecer a Soros (hay un pequeño precedente y es su reciente enemistad con el fracasado masón Valls impuesto desde Europa), y que decida apoyar una alianza de “centro-derecha” que no pocos veríamos como un teatro por su parte para esperar acontecimientos mientrasl Pedro Sánchez emprende el camino del desastre con los etarras y los independentistas, con lo que Rivera podría quedar como el chico guapo y bueno que no quiso formar parte de una coalición que puede llevar a España al desastre en un tiempo récord.
El odio que muestra C’s hacia Vox tiene profundas raíces. Raíces que pueden parecer ideológicas, pero que, en realidad, van más allá que simples diferencias políticas. El partido naranja desprecia a Vox porque éste no se comporta de momento como un partido más del sistema, dispuesto a abrazar y patrocinar ciertas ideologías y tendencias antisociales y liberticidas. Sin embargo, ese empecinamiento de Rivera, alimentado por Soros, no es tan extremo, ni mucho menos, a la hora de valorar los posibles pactos con un partido socialista que no duda en ir de la mano con independentistas delincuentes o con defensores de asesinos etarras.
Desde este lunes hasta que el trilero Pedro Sánchez forme gobierno puede que tengamos que presenciar un intenso periodo de declaraciones, ataques, y desmentidos, que más parecerá un avispero que cualquier otra cosa. Pero mi opinión y la de otros se reafirma. Y aunque puede que nos equivoquemos, apostamos porque Rivera obedecerá la voz de su amo y pactará con el PSOE, quizás aduciendo que de este modo evitará que los independentistas accedan a puestos de gobierno en coalición. Al fin y al cabo, en la política española todo el mundo tiene un dueño a quien seguir. Y Albert Rivera nunca ha sido la excepción.Login en