Primera estación del tren de Trump

Publicado el 09 noviembre 2016 por Vigilis @vigilis
Millonario, misógino, políticamente incorrecto, arrogante, hortera: los americanos acaban de elegir como presidente a Tony Stark, más conocido como Iron Man, uno de los superhéroes con más segudores y que más admiración levanta entre el público que llena las salas de cine. No seré cínico y no diré que no me sorprendió, pero la verdad tampoco dejó de sorprenderme (en Galicia me entienden).

El Dios-Emperador Trump es un lugar común en la propaganda trumpista de Internet.

La cosa siempre estuvo muy igualada aunque la demografía parecía que iba a trabajar a favor de la candidata demócrata. Viendo las encuestas sin duda la demografía trabajó a favor de la candidata del clan de los Clinton pero no tanto como se podía esperar. A la espera de datos sobre abstenciones e incidencias varias, tenemos por ejemplo el caso del voto hispano (no latino, los latinos votan en el Lazio, Italia) que más o menos apoyó a la Clinton en un 80% frente a un 15% del Donaldo. Sin embargo, hay lugares con mayoría de población hispana en que la diferencia se redujo, como Florida, con un 70-30.
Algo parecido pero en menor medida tenemos con el voto negro. En principio, y con datos precipitados, tenemos en el voto de los varones negros una ventaja para Clinton de 80-10 y entre las mujeres negras la ventaja se dispara hasta el 95-0. Mirando con lupa encontramos lugares donde Clinton ha tenido menos apoyo de la población negra que Hussein en anteriores comicios. Lo cierto es que el presidente Hussein tuvo unos resultados magníficos entre los votantes negros en las dos elecciones que ganó: 9 millones de votos vinieron de esa cohorte racial. Los negros de todo el país votaron masivamente a un señor que se les parecía físicamente. Con Clinton ha sido distinto. Una marisabidilla que lleva 40 años en política no levanta tantas pasiones, supongo que por eso sorprendentemente se le perdona a la prensa demócrata que trate a los negros como a ganado, con artículos como "Black people, if you really love the Obamas, you’ll vote for Hillary Clinton". El equivalente de esto dirigido a los blancos sería el newsletter del Adolfo Hitler, pero bueno.
La nata que cubre el pastel es la cruda realidad: la población blanca suma en torno al 65% del total, 200 millones de personas. Donaldo ha ganado con la mitad del voto blanco y un poquito de voto hispano. En el Distrito de Columbia por ejemplo, la población negra es del 50%, la hispana del 10% y la anglosajona del 35%. Ahí Clinton ganó con un 93%. Ahí, que encima es la sede del gobierno federal o, como dicen en la ilustración oscura, una de las sedes de lo que llaman "la catedral".
Lo que quiero decir con estas cosas es que el factor racial ha sido determinante. El Partido Demócrata, siguiendo la tendencia de otros grupos afines del mundo desarrollado, se ha volcado en el discurso de la minoría y al hacerlo ha creado la sensación de minoría en el grupo al que desprecian: la gente blanca, con efecto multiplicador entre el grupo al que desprecian de forma visceral: la gente blanca con bajos ingresos y pocos estudios. Y es todo un logro, pues como dije antes, los blancos en EEUU suman el 65% de la población.
Pero hay más capas de factores que influyeron en estas elecciones.
Mala candidata

Incluso frente a alguien tan poco ortodoxo como Trump, Hillary era una mala contrincante. Que haya llegado a ser candidata del Partido Demócrata se lo debe a que en las primarias se le enfrentaba un señor loco que quería prender fuego a las cosas. En estos dos años de campaña sobrevoló a la canidata demócrata el escándalo del uso de su correo privado para asuntos oficiales, cosa que de por sí es un grave quebranto de la seguridad nacional. Y también estuvo su responsabilidad política —era la ministra de Exteriores— tras el asalto a la embajada americana en Libia que se cobró varias vidas, entre ellas, la del embajador americano. En lugar de asumir su responsabilidad y de que la gente de su gobierno y su partido le pidiera cuentas, cerraron filas y entre risas llamaron locos a los que la acusaban de indolencia.
También está el asunto de que esta anciana lleva décadas escondiendo cadáveres en los armarios y en política la hemeroteca es una mochila muy pesada. No tardo ni veinte segundos en encontrar a una dicharachera Hilaria llamando "puto bastardo judío" al jefe de campaña de su marido en los años 70. Ouch, la mochila.
El papel de la prensa

A ver cuándo Lorenzo Milá o Paco Marhuenda nos explican estos mashup que los adolescentes comparten frenéticamente por Internet. Ah, ¿que no tienen ni idea? Vale.

Desde que se confirmaron los dos candidatos oficiales a la contienda presidencial, la prensa, las televisiones, los programas de humor, los presentadores de radio y los digitales con más visitas cerraron filas en torno a Clinton. Hubo cabeceras que nunca se habían mojado en una elección presidencial que en esta ocasión decidieron apoyar a la demócrata. La prensa conservadora, leyendo —correctamente, a mi juicio— a Trump como un candidato muy escorado a la izquierda, no apoyó al candidato republicano. Los apoyos oficiales de Trump se limitaron a los borrachos que llevan la oficina de comunicación del Kremlin y a cuatro chiflados de la teoría de la conspiración con infravalorada presencia en la red.
Con este estado de cosas se produjo una realimentación muy curiosa, una derivación del efecto Streissand, si queréis: cada salida de tono de Trump encontraba una inmediata respuesta de toda la prensa en tropel, es decir, haciendo justo lo que Trump esperaba que hicieran. A continuación al candidato le bastaba hilar esa sobrerreacción con su discurso contra el establishment. La prensa hostíl a Trump confirmaba cada día el discurso de Trump. Y creo que tras su victoria siguen sin enterarse de cómo funciona el juego. Peones en el ajedrez.
Ciudad y campo

Claro que la gente más pobre vota a Clinton. Los más pobres en Estados Unidos son negros urbanos.

Ciudad y campo, élite y purrela, gente que le escribe los guiones a los humoristas y gente que ve sus programas, gente que defiende los derechos de los animales y gente a la que los lobos le matan las gallinas, gente que sabe lo que es un frapuccino y gente que no, gente que renueva coche y teléfono cada año y gente que no, gente que habla de cómo afecta la contaminación a las cosechas y gente que cosecha, gente que se queja de que el mando a distancia no funciona y gente que fabricaba mandos a distancia hasta que un chino empezó a fabricarlos por la mitad de precio, gente que frecuenta linkedin y gente que espera junto a su camioneta en la plaza de la iglesia del pueblo, gente que está en contra del fracking y gente da gracias por el combustible barato.

Cuando los progres se quedaron sin pobres, descubrieron la desigualdad y venga de vuelta a la matraca. Ciertamente la desigualdad es más acusada en la ciudad que en el campo. Los pobres más pobres viven en la ciudad y ellos son los que reciben más ayuda social y más comprensión por parte de la élite. El sector intermedio de la gente que vive en el campo, que no es la más pobre pero que tampoco ha visto mejoradas sus condiciones de vida, simplemente no existió para los que hacen las leyes que protegen a las minorías y conceden ayudas sociales. En Estados Unidos puedes ir con la cartilla social a un comercio y comprar un queso de cinco kilos, pero para quien se hace el queso en casa esa cartilla no arregla los baches de la calzada que causan averías en la camioneta. Con la cartilla puedes comprar abonos de transporte pero en tu pueblo de Alabama la única línea de bus solamente te lleva a otro pueblo exactamente igual que el tuyo. Oh, igual puedes mudarte a la ciudad, pero la gentrificación te ha dejado como único sitio que te puedes permitir el barrio de la alegría multicultural. Ese barrio que les gusta mucho a los progres ver por la tele pero donde jamás se plantearían vivir, porque, en fin, ya sabéis: consejos vendo que para mí no tengo.

El pobre urbano no vive mucho peor que el estadísticamente-no-pobre rural. Pero a estos que les den. ¡Se parecen a nosotros pero no saben lo que es un frapuccino! ¡Loser!
Esto funciona hasta que el tío de la camioneta vota de forma motivada. Hasta que encuentra a un candidato que plantea una enmienda al estado de cosas. ¿En qué condados rurales ganó Clinton? En los del cinturón negro.
Después de 1964 los negros dejaron de ser los malos oficiales de la experiencia americana y hacía falta un malo nuevo. La élite urbana eligió a los granjeros y empezó a juguetear con ellos igual que hicieron los británicos con las tribus de África Central. Un vergonzoso colonialismo interno que no deja de ser intolerancia y discriminación bendecida por la progresía. En The Walking Dead Daryl no puede tener una novia guapa porque nos tiene que entretener cazando y comiendo ardillas, que es lo que hacen los paletos.

Pues igual los paletos se han cansado de la arrogancia de gente tan inútil que no sabe ni cazar una ardilla, gente que se queda sin electricidad y se aburre. En definitiva, gente de otro planeta. O gente que sin ser de otro planeta vive en sus burbujitas dándose la razón continuamente y hablando de cosas im-por-tan-tí-si-mas como la caza de focas, el coche autónomo o el índice Nasdaq mientras inadvertidamente el índice de suicidios de jóvenes en el campo dobla al de los jóvenes de la ciudad.
Y en este proceso se han topado con un candidato que directamente apunta a esas élites pagadas de sí mismas. Eso que Mario Conde llamó "el sistema". Un tipo que precisamente como proviene de esas élites las conoce bien y por eso resulta creíble. Puede que Trump a muchos les suene absurdo hablando de amaño electoral, de recuperar el empleo que se llevó el libre comercio, de construir un muro con México y de las mentiras de la "prensa del régimen", pero ese lenguaje es inmediatamente comprendido por un gran público que se ha cansado de que le ninguneen y le pisen.

Los tiempos que corren

Hace unas semanas hubo una huelga general en la India. La noticia apenas salió en la prensa. Durante la jornada se manifestó más gente de la que se echó a la calle en 1789, 1830, 1848 y 1917 juntos. En cada uno de esos años el mundo dio un vuelco. Pero aquí no nos enteramos de lo que pasa en la India. Vivimos en un mundo muy conectado para unas cosas y muy poco conectado para otras.

Hay razones para pensar que Trump se equivoca cuando critica los tratados de libre comercio y defiende el nacionalismo económico. La caricaturización del Donaldo se encargó de que no se repasara el motivo que tiene para subirse al carro del nacionalismo. Quienes defendemos el libre comercio tenemos que encontrar razones y discutirlas, no limitarnos a llamar nazi a todo el mundo, reduciendo así el debate público a una mera tertulia del corazón. Durante la campaña me encontré diariamente con las opiniones del personal sobre el gusta de Trump con las mujeres, pero no me encontré con refutaciones a la política que defiende.
La gente se ha pasado el día llamando nazi a Trump por meros exabruptos que en la época de lo éfimero se diluyen a los cuatro días. Trump ha leído mejor el signo de los tiempos que todos los editorialistas de la prensa seria juntos.

Génesis 11.

Estaría bien reflexionar sobre los altares morales e intelectuales construidos arrogantemente sobre barro y aceptar que una lluvia de otoño se los ha llevado por delante.
Según los progres Bush era un nazi igual que McCain y Romney. Trump por supuesto que es un supernazi. Toda la gente a la que odian los progres resultan ser nazis.
Toda la gente a la que odian. Pensadlo.