“−He podido escudriñar vuestra alma a través de vuestra mirada salvaje, Conan el Cimerio −dijo el viejo mientras era depositado en el suelo−. Sois en verdad un hombre excepcional al que la civilización apenas ha esculpido una pequeña muesca en su molde salvaje y primigenio. He descubierto la nobleza de los hombres de antaño y el ansia de vivir que sólo un salvaje del norte posee en su corazón. Como pago a vuestro servicio, os ofrezco un vaticinio, pues tal ha sido mi cometido durante décadas en los salones de los reyes más poderosos de la civilización: sufriréis largos pesares y tormentos, pero cuando la madurez os ofrezca la necesaria sabiduría seréis un rey poderoso y justo como ningún otro lo ha sido. Pero debéis alejaros de la hechicería negra que contiene libros como los que acabáis de sustraer y, en la medida de lo posible, deberéis perseguirla pues este oscuro y ancestral poder os amenazará con mayor denuedo cuando vuestra cabeza ciña una corona. Ahora marchaos, ladrón de baratijas.”
Os mostramos la primera de las ilustraciones que THIRD GUY STUDIO ha realizado para EL LEÓN DE AQUILONIA. Elegí que la primera de ellas fuese la imagen de Conan sentado en el futuro trono de Aquilonia (no es un spoiler, ya que todo el lector que conozca la historia del bárbaro sabe que acabará sentado en el trono tarde y temprano). Pone así imagen al sueño que persigue al bárbaro y que en LA MONEDA DORADA vuelve a acosarle. Es posible que sea una de las imagenes más clásicas de Conan, y me pareció un homenaje perfecto para arrancar la serie de relatos.
Por cierto, si queréis leer el relato lo tenemos gratis en PDF pinchando en el enlace: LA MONEDA DORADA GRATIS
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Todas las reservas realizadas antes del 15 de Septiembre recibirán como regalo una lámina A5 con la portada impresa a color y entrarán en el sorteo de un lote de las seis ilustraciones de la obra. Se trata de una manera muy chula de agradecer vuestro apoyo…
“¿Qué poder ocultaba entre sus hojas que fuese tan codiciado? ¿Qué le podría proporcionar a un bárbaro como él? De pronto surgió una imagen que le llenó de satisfacción: un hombre con sus facciones sentado en un trono. Ceñía en la frente una fina corona dorada, vestía una hermosa cota de malla y una vaina labrada en joyas y oro contenía una magnífica espada apoyada a sus pies. Poseía un gesto altivo y poderoso, como si observase un reflejo suyo en un espejo en forma de papel. Sin duda que aquel objeto tan poderoso podría ayudarle para tomar el poder que el destino le aguardaba y que ya dos profetas lo habían vaticinado…“