Primera visita a la Feria del libro de Madrid: 30 de mayo

Publicado el 09 julio 2015 por Déborah F. Muñoz @DeborahFMu
Mi primera visita a la feria del libro de Madrid fue el sábado 30 por la tarde. Llevaba pocos libros para que me firmaran (tres), así que decidí tomármelo con calma y ver los puestos. No hubo mucha tranquilidad. Demasiada gente difícil de esquivar con la maleta. Además, una tarada me echó la bronca por "intentar pisar a su perro", que se lanzó sobre mí en medio de la feria. De entrada, ¿por qué metes a un perro en un barullo semejante? Y además, ¿por qué no le llevas atado en corto en vez de con metros y metros de correa?, ¿por qué dejas que se lance a por mí? ¿Y en qué universo yo estaba intentando pisar al chucho, si lo único que quería era esquivarle?
También hubo un mocoso que me tiró un globo de agua mientras bebía de una fuente. Y el padre riendo. Se hubiera reído mucho más si hubiera llevado libros en una bolsa y me los hubiera mojado, porque le habría hecho pagarlos. Por suerte para todos, mi maleta estaba a una distancia prudencial y me limité a echarle una bronca (al padre, no al niño). 
Pero en fin, dejando a un lado a la gente tonta e irrespetuosa, pude ver todas las casetas y asistir a la firma de Moruena Estríngrana (me firmó El círculo perfecto, que a pesar de las faltas de ortografía conservé), con la que estuve charlando un rato.También aluciné con la poca cantidad de gente que había para la firma de Joël Dicker (La verdad sobre el caso Harry Quebert fue uno de los bestsellers del año pasado, pero solo había diez personas delante de mí) y Javier Moro no tenía a nadie, así que logré la firma de Pasión india sin esperas (pero luego para las firmas de famosetes de la tele había unas colas que daban miedo... tiene narices).Finalizo con un par de observaciones que ya compartí por facebook sobre la feria del libro de este año:
  1. El racaneo de marcapáginas y monerías literarias sigue creciendo por parte de las editoriales. Alcanzó su máxima expresión en Oz editorial, que no solo no da sus tarjetas con las portadas a los no-compradores que las piden, sino que además, ¡te dicen que si las quieres tienes que pagar cinco céntimos! Que dijeran que solo para los que compran y punto es respetable hasta cierto punto, pero eso es una cutrez que les hace quedar fatal. Esta clase de cosas son las que ocurren cuando uno piensa que el marketing literario es solo hacer portadas bonitas, pero en fin... cada uno a lo suyo.
  2. Las casetas de los libreros (de librerías no especializadas, me refiero) tienen los mismos títulos. En serio, ¿Cómo pretenden diferenciarse así? Cuesta creer que gente que se deja una pasta en alquilar una caseta no piense en lo siguiente: A la feria van dos tipos de personas: las que no leen mucho pero quieren comprar un libro en la feria y las que leen mucho y aprovechan el descuento de la feria para aprovisionarse.
    En el caso de los primeros, si les dan a elegir y todos son iguales, se van a las casetas de Fnac, El corte inglés... que también tienen más de lo mismo pero son más grandes y hay más gente ("lo que significa que esas casetas son mejores"), con la ventaja de que a la par pueden echar un vistazo discreto a los autores famosetes que están firmando.
    En el caso de los segundos, probablemente, los títulos que tengan en mente no sean los bestsellers de turno, así que ni prestan atención a esa clase de casetas y se van directamente a las de las editoriales, que seguro que pueden hacerles recomendaciones mucho más personalizadas porque conocen mejor los títulos que están vendiendo. 
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