La lavandera boyera, cuyo nombre deriva de que tiene la costumbre de acompañar a los ungulados silvestres y se aprovecha de estos para alimentarse, y no de que sea una "mirona", es una especie politípica y muy variable a lo largo de su área de distribución. Aquí tenemos la subs.iberiae, típica de la Península Ibérica, que se caracteriza por su marcada ceja blanca encima del ojo y la garganta del mismo color. Este de la foto es un macho adulto, con las coberteras alares muy poco marcadas y un fuerte tono verdoso en el dorso.
Además de las boyeras se pueden contemplar en la zona otras especies de campiña abierta.
Por ejemplo, el omnipresente triguero Emberiza calandra presenta en estos prados una buena densidad, hay varios machos que nos "amenizan" el paseo con su insistente canto.
Los pequeños buitrones Cisticola juncidis se mueven incansables de un lado a otro con su machacante pi-pi-pi. Muchos de ellos llevan sacos fecales en el pico que han evacuado del nido donde tienen a sus pollos, ya que ahora están criando.
Los machos de tarabilla europea Saxicola rubicola alimentan también a los pollos que ya tienen en el nido, y de vez en cuando cantan desde un posadero cercano. Hay bastante variabilidad entre ellos en cuanto a la extensión de las manchas blancas del plumaje, que no sé de que depende, tal vez de su edad.
También pude ver los últimos grupillos primaverales de bisbita pratense Anthus pratensis, que nos abandonan de vuelta a sus lugares de cría. No volveremos a verlos hasta el mes de septiembre, aunque ahora llega su pariente el bisbita arbóreo para criar.
Y otro gran conjunto de especies como las alondras, pardillos, verderones, currucas cabecinegras, etc, que hacen de esta zona un buen lugar para los aficionados a la ornitología...