9 de diciembre de 2005, 12:55
El libro de matemáticas se desliza de las manos de Janie Hannagan. Se aferra al extremo de su mesa en la biblioteca del instituto. Todo se vuelve negro y silencioso. Suspira y deja que la cabeza le caiga sobre la mesa. Intenta levantarla de nuevo, pero es incapaz. Hoy está demasiado cansada. Demasiado hambrienta. De hecho, ahora no tiene tiempo para aquello.
Y entonces...
Está sentada en las gradas del estadio; entrecierra los ojos bajo los focos, silenciosa en medio del rugido de la multitud. Echa un vistazo a la gente sentada en las gradas de alrededor -compañeros de clase, padres- e intenta localizar a quien 〉〉〉