El diálogo interno es un decir y rebatir, aceptar y cuestionar, un ida y vuelta que nos hace llegar al punto caramelo del pensamiento –no de ebullición porque ahí la razón le gana a la sensación- y lo fructífero del vaivén se rescata y la resaca se descarta.
¿Vos cómo te lo tomás?
Y si te gusta, proponé más. No hay límite.