No puedo adivinar el futuro que les espera a mis hijos, y viendo el panorama actual, no puedo evitar pensar en ello.Imagino que no soy el único padre que viendo lo que está sucediendo piensa en el futuro, y en el mundo y las posibles adversidades que tendrán que pasar sus hijos.Y es que esta situación esta trayendo más incertidumbre que nunca a nuestras vidas, porque, muchas de las cosas que teníamos claras, ya no lo están tanto. Y cuando tu presente se plantea sobre tierras pantanosas, el futuro, aunque siempre irreal, aparece más difuminado que nunca.Si a todo lo que el mundo ya aporta, le sumas un hijo con algún tipo de dificultad, aún suma un poco más de desconcierto, inseguridad y quizás, temor.Cangrejín ha avanzado muchísimo en su desarrollo con TEL, pero de momento, sigue habiendo una distancia entre la normalidad y él. Si bien es cierto que esa brecha cada vez es menor y llegará a desaparecer, esa diferencia genera más pensamientos en el futuro, en lo que será o no será.Es inevitable que los padres nos planteemos estas cosas, porque solo queremos lo mejor para ellos, deseamos su felicidad. El futuro nunca llega, siempre es hoy y eso es lo importante. Porque hoy, cangrejito es maestro y tiene una clase llena de alumnos, unos mejores que otros, pero alumnos que atienden a sus clases y enseñanzas con toda la atención que les permite su condición.Les da clases de lengua, matemáticas y música, les explica con paciencia y dulzura todo lo que puede, todo lo que sabe, y ellos aprenden lo que buena mente pueden.La escena me embriaga de emociones, de amor y de alegría porque lo veo disfrutar, lo veo feliz, deleitarse en su mundo de ilusión, al que me arrastra, o me dejo arrastrar sin ningún remordimiento, porque en ese mundo todos son felices, incluso "zorro pequeño y sushi malo".Quizás deba aplicar todos mis esfuerzos en pensar en hoy, y que hoy sean felices.