Primeros efectos del peligroso movimiento antivacunas: ha vuelto el sarampión.

Por Ximoas Jas

Fuentes: serPadres y La Razón
El sarampión ha vuelto a Europa. Hay dos factores que explican este retorno: la complacencia de algunos gobiernos que han relajado las campañas de vacunación y, el peor de todos, la extensión de los movimientos antivacunas que está cobrando fuerza en algunos países como Francia, Alemania, Italia y Reino Unido. Como muestra, un botón: nuestros vecinos galos registraron hasta 518 contagios entre enero y mayo de 2017. En el mismo período de tiempo del año 2018, la cifra había subido a 2.380 casos. Y la situación va a peor. Es preciso recordar que el sarampión es una de las principales causas de muerte entre los niños pequeños, a pesar de que hay una vacuna segura y eficaz para prevenirlo, según datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud.
La propia OMS calcula que más de medio millón de niños nacidos en Europa en 2017 ya no recibieron su primera dosis de la vacuna. Y no por falta de medios. Han sido las redes sociales, sin duda, las que han extendido la estupidez del fenómeno antivacunación. Unos movimientos que se suponen modernos y naturales, pero que nos retrotraen al medioevo. Son ellos los mismos que rechazan los tratamientos de quimioterapia contra el cáncer o que apoyan el consumo de productos sin tratar, como la «leche cruda». Son personas que no poseen la capacidad de preguntase cómo ha podido ser posible que en el mundo desarrollado, en donde los controles de la producción de alimentos, la vacunación y la medicina normalizada son habituales y rutinarios, la esperanza de vida se haya multiplicado por dos. El problema principal es que no les afecta sólo a ellos o, lo que es más terrible, a sus hijos. No. Por cada una de las personas infectadas en medio de una población vulnerable el promedio de contagios es de 18.

Por tanto, es preciso que las autoridades sanitarias –pero, también, los medios de comunicación– se conciencien de una vez por todas de la amplitud que está tomando el problema y que multipliquen las campañas en favor de la necesaria inmunización. La irresponsabilidad de algunos no puede destruir una labor de siglos.
Ésto nos lo cuenta Alfredo Semprún en larazon.es . Para más información y menos opinión, Carla Nieto, nos cuenta lo siguiente en serpadres.es :


Los pediatras coinciden en que los colectivos antivacunas y los padres que optan por no inmunizar a sus hijos son una minoría en España (aproximadamente el 3%). “La alta cobertura demuestra que las familias confían en sus pediatras y, también, que el problema de los antivacunas es escaso en nuestro país, salvo en zonas como Cataluña, donde hay un mayor número de iniciativas en este sentido", dice el doctor Álvarez.
Para la doctora Albañil, no se puede hablar en genérico de “antivacunas”, ya que dentro de las personas que rechazan la vacunación hay distintas opiniones y se aducen diferentes motivos que explica a continuación:
"Se trata de enfermedades antiguas, ya no representan riesgo". “Hay personas que tienen la creencia de que se trata de enfermedades raras, de otras épocas y respecto a las que no tenemos riesgo de enfermar actualmente. Esto es una verdad a medias, ya que si estas enfermedades son infrecuentes se debe precisamente a que la mayoría de las personas estamos protegidas frente a ellas por las vacunas. Por otro lado, hay personas que ignoran cómo son esas enfermedades (la polio, la difteria, la rubeola congénita, el cáncer de hígado secundario a una hepatitis B…), no conocen su gravedad ni tampoco la mortalidad que producen o el riesgo que supone padecerlas”, dice la doctora Albañil
“Así se inmunizan”. “Otro de los argumentos utilizados por algunas de las personas o colectivos que rechazan las vacunas es el de no administrarlas para permitir que los niños adquieran inmunidad, es decir, desarrollen la capacidad de defenderse frente a las enfermedades enfrentándose a ellas pero, sin embargo, hay patologías como el tétanos que, aunque se padezcan, no producen inmunidad y pueden volverse a sufrir. También hay enfermedades, como la poliomielitis que pueden producir el fallecimiento o dejar importantes secuelas que permanecen durante toda la vida”.
“Hay que dejar que la naturaleza actúe”. “Finalmente existen grupos que rechazan la vacunación por motivos religiosos o basados en la teoría de que no se debe intervenir o actuar sobre la naturaleza pero claro, siguiendo esta máxima, los miopes no usarían gafas, las personas morirían por una apendicitis o no habría partos por cesárea, por ejemplo. Como médico, y según toda la documentación científica disponible, todos estos argumentos carecen de fundamento demostrable”, apunta la doctora Albañil. De la misma opinión es el doctor Álvarez, para quien los argumentos que manifiestan estos colectivos y grupos en la mayoría de las ocasiones no son ciertos: “No se basan en estudios científicos y sí en repetir una mentira 1.000 veces para que parezca una verdad, aunque siga siendo una mentira, algo que da publicidad en los medios de comunicación, ya que siempre vende más una noticia negativa que una positiva”.
Para la AEV son mensajes difrazados de pseudociencia
La Asociación Española de Vacunología (AEV) emitió un comunicado coincidiendo con el caso de Olot (el primero de difteria diagnosticado en España desde hace 28 años) en el que se advertía a los padres de que “los mensajes antivacunas que les llegan están disfrazados de pseudociencia, sumándose además elementos difusos como los intereses económicos o la falta de transparencia en las decisiones”.