Esta semana que ahora termina he hablado con varias personas sobre la supuesta tardanza de mi hijo en lanzarse a andar. Lo cierto es que en las últimas semanas está siendo la pregunta estrella, porque en la incomprensible batería de preguntas en teoría amables que guarda la gente en la cartera, al lado del primer cumpleaños aparece: preguntar si ya camina.
Cuando me preguntan por ello respondo como he respondido desde que nació ante todos los progresos que supuestamente tenía que conseguir cuando la gente dijera y que, ¡vaya por Dios!, no había conseguido hasta la fecha (empezando por los espantosos ajos que la gente espera de los bebés casi recién nacidos): no, ya lo hará cuando le llegue su momento.
No tengo problema en explicar, si ya entramos en materia, que de momento le veo muy lanzado a hablar pero bastante verde y menos interesado en caminar. Que, nos pongamos como nos pongamos, cada niño tiene un ritmo y ningún niño destaca en todo o va retrasado en todo... Lo cierto es que muchas veces, según hablo, me pregunto por qué doy tantas explicaciones... pero eso es otra historia.
La cuestión es que basta abrir la boca para que venga el bebito y me contradiga.; en este caso, para bien, desde luego.
El sábado por la tarde estaba de pie apoyado en el sofá cuando le tendí las manos y se animó a dar un pasito hasta mi. Se puso súper contento, satisfecho de si mismo. Era ya tarde, casi la hora del baño y la cena, pero estuve segura de que al día siguiente iba a animarse a repetirlo.
Efectivamente, esta mañana, cuando estaba fresco y descansado, se ha animado a dar unos cuantos pasitos más. Estábamos en casa de unos amigos, le hemos enseñado un muñequito nuevo y se ha animado a soltarse del mueble para cogerlo. Con él en las manos, ha dado unos pocos pasos más hasta que finalmente ha optado por bajarse al suelo.
Por la tarde también ha dado un paso hacia mi, sin apoyo ninguno, ¡para luego darme dos besitos y partirse de risa!.
Ha sido muy bonito. Sobre todo estoy contenta por él porque sé que lleva mucho tiempo queriendo atreverse y estoy segura de que está muy satisfecho de haberse quitado un poquitín ese miedo.
De la noche a la mañana, anda mucho más seguro de una sola mano, cosa que hasta el viernes se le daba bastante mal. Y hacia delante, sujetado por detrás de la tripita, casi sin tocarle, también va mucho más seguro y más deprisa. Esto puede durar todavía semanas, pero este fin de semana ha dado un paso de gigante.
Es un error pensar que el desarrollo y los logros de los bebés son lineales, no dejo de repetírmelo. Los bebés tienen saltos de aprendizaje: un día no saben hacer una cosa y parece que nunca lo conseguirán y al día siguiente lo hacen como si nada.
Mi bebé se hace mayor. ¡Y a mi me sigue costando imaginarle andando solo!.