Parece increíble que Jake Gyllenhaal lleve sorprendiéndonos casi 25 años, sabiendo que en unos días cumple sólo 34 años. Su primer papel, con 11 añitos, se lo debe a Ron Underwood en 1991, en Cowboys de ciudad (tras su debut como director de la mítica serie B, Temblores). Ironías de su filmografía, ¿quién podía imaginarse que alcanzaría la fama mundial con un cowboy de campo y, además, gay, en Brokeback Mountain (En terreno vedado)?, aunque el verdadero despegue de su carrera se produjo en 2001 con la ya clásica y cultísima, Donnie Darko.Este soberbio actor (e inspiración de directores, en diferentes grados, como la reciente declaración-provocación del turbulento Xavier Dolan, afirmando que hacía películas cuando se cansaba de masturbarse delante de las fotos del actor; y pongo a Tara por testigo que si un día ambos trabajan juntos, pueden saltar chispas de una magnitud cinematográfica inimaginable) se ha ido especializando en personajes oscuros, con múltiples aristas que rellena con un tremenda fuerza psicológica y una potente presencia física.A los recientes ejemplos: el detective de Zodiac (2007), el hermano del soldado desaparecido en Brothers (2009), el capitán de Código Fuente (2011), los policías de Sin tregua (2012) o Prisioneros (2013), el profesor de Enemy (2013), se añade el más friki de todos, el protagonista de esta Primicia Mortal (que huele a una soberbia, como mínimo, nominación a los Oscars, entre otros premios).Impresionante ópera prima de Dan Gilroy, aguerrido y reputado guionista (autor de algunas de las aventuras en cine de Jason Bourne, entre otros muchos trabajos), que asa tras la cámara con una elegancia y ritmo impecable, en una película hecha casi en familia. Su hermano Tony se ha encargado de la producción, otro hermano, John, del montaje y Rene Russo, su esposa, soberbia, en una de las escenas de ligue, más surrealista, inspirada y alucinante de la historia del cine, entre ella y Jake Gyllenhaal. El actor protagonista pone toda la carne el asador (y también el dinero, puesto que forma parte de la producción), hasta perder casi 10 kilos para el papel, llegándose a cortar la mano en un momento en que rompe un cristal. Este buscavidas descubre que filmar los sucesos (accidentes, robos, asesinatos… cuánto más sangriento, mejor) resulta muy lucrativo, frente a las infinitas cadenas locales de televisión, ávidas de imágenes que capten al espectador al precio que sea.Un cuento cruel, irónico y despiadado de una sociedad que ha perdido la sensibilidad en la mirada y un afiladísimo grito contra la precariedad del empleo actual y la utilización, literalmente como carme de cañón, de los empleados, o mejor dicho, personas en prácticas indefinidas, en forma y tiempo, encarnado en el ayudante del protagonista, por un actor secundario de verdadero lujo, Riz Ahmed.La dificultad de volver a fotografiar la ciudad de Los Ángeles, la eterna protagonista de este brillantísimo thriller, sorpresa final de un año cinematográfico muy intenso, sólo la podía superar el exquisito director de fotografía Robert Elswit. Como anécdota, desde que la ciudad ha cambiado su iluminación urbana tradicional por la nueva tecnología LED, la toma nocturna de imágenes de Los Ángeles había perdido parte de su magia. Robert Elswit ha optado por una lúcida idea, captar la luz natural en el formato habitual, y todas las escenas de noche en formato digital. El resultado es una fotografía que invita al suspense, crea la perfecta atmósfera para la historia y renueva el imaginario de la mítica ciudad.