Claro que en este proceso las madres pueden sentirse dejadas de lado, porque consideran que dejaron de ser importantes para su hija, como es el caso de Beatriz, la madre de Isidora: "Me fascina ver a mi niña con su papá, ella le hace dibujos y regalos, mientras él se desvive por llegar del trabajo a jugar con ella. Pero he quedado al margen, porque soy la que ordena, pone las reglas, los llama a comer, y es un rol más lejano el que tengo ahora".De algún modo, Beatriz no ha querido interferir en la relación de padre e hija, porque teme convertirse en la "bruja" de la familia: "Si cocinamos un pastel, Isidora le dice a su papá que lo hizo ella sola para él, deciden en conjunto ir a comer helados y me invitan, pero no puedo tener celos de mi hija, los dejo divertirse, ella me dice el papá es mío y yo te lo presto, es como una señora chica", señala.¿Compitiendo por papá?La psicóloga nos explica que este periodo, también conocido como el complejo de Electra, debe ser enfrentado por las mamás de manera natural y no como una competencia personal, porque nadie podrá desplazarla de su rol, a menos que ella lo permita, entonces lo mejor es que trabajen en conjunto con su pareja para que ninguno de los dos se sienta marginado."La madre puede brindarle a la niña un espacio a solas con su padre una vez al día. Cuando llegue del trabajo pueden destinar varios minutos para jugar y conversar, seguidos por la hora de dormir que se puede acompañar con lectura de cuentos. Los fines de semana es importante trabajar una relación familiar que los incorpore a todos, como los paseos, cenas, excursiones, sin fomentar diferencias ni relaciones intra-familiares".Por tanto, resulta mucho más favorable para la mamá sumarse a los juegos de su hija, por más que respete el espacio de ella con su padre. Y aunque le moleste a la niña, debe demostrarle afecto a su esposo, para que la pequeña entienda la relación que existe entre sus padres. El papá por su parte, no debe desautorizar a la madre, ni mostrar demasiada complacencia, porque la formación de su hija le corresponde a ambos.Princesitas consentidasEsta etapa de enamoramiento infantil coincide además con el desarrollo de la identidad psicosexual, instaurándose en la niña las bases de la femeneidad. Por eso, pueden sentirse interesadas por los collares, los zapatos de taco alto, utilizan a escondidas los maquillajes de mamá, porque comienza a nacer en ellas de manera incipiente una dulce coquetería, que se refleja en su gusto por la ropa, los peinados y todo lo que concierne a su imagen personal.De igual modo, las hijas pueden volverse un tanto contestadoras o déspotas con su madre, así que es importante que los padres en conjunto establezcan límites claros, y le expliquen de buena manera que ella no es la novia de papá, sino que la hija de ambos, y que la aman infinitamente.Según nos explica la psicóloga, algunas mujeres debido al buen o mal desarrollo de esta etapa, tienden a buscar en su vida adulta modelos de hombres que sean similares a sus padres, porque surge en ellas la necesidad de protección, afecto, y cariño, lo que las hace desear un prototipo que cumpla o supla esas características.Por ello, resulta fundamental la figura paterna para las hijas, porque son los encargados de instaurar la base del respeto y el amor que debe existir entre un hombre y una mujer, y si se realiza de buena forma, de seguro el resultado será hijas más felices, cariñosas con sus padres, y sumamente resueltas en el amor.Verónica Lavado Fuente: http://www.terra.com.co
Princesitas consentidas: cuando las niñas se enamoran de papi
Por Carolina Torres Restrepo @YoAmoaMiBbyGirlClaro que en este proceso las madres pueden sentirse dejadas de lado, porque consideran que dejaron de ser importantes para su hija, como es el caso de Beatriz, la madre de Isidora: "Me fascina ver a mi niña con su papá, ella le hace dibujos y regalos, mientras él se desvive por llegar del trabajo a jugar con ella. Pero he quedado al margen, porque soy la que ordena, pone las reglas, los llama a comer, y es un rol más lejano el que tengo ahora".De algún modo, Beatriz no ha querido interferir en la relación de padre e hija, porque teme convertirse en la "bruja" de la familia: "Si cocinamos un pastel, Isidora le dice a su papá que lo hizo ella sola para él, deciden en conjunto ir a comer helados y me invitan, pero no puedo tener celos de mi hija, los dejo divertirse, ella me dice el papá es mío y yo te lo presto, es como una señora chica", señala.¿Compitiendo por papá?La psicóloga nos explica que este periodo, también conocido como el complejo de Electra, debe ser enfrentado por las mamás de manera natural y no como una competencia personal, porque nadie podrá desplazarla de su rol, a menos que ella lo permita, entonces lo mejor es que trabajen en conjunto con su pareja para que ninguno de los dos se sienta marginado."La madre puede brindarle a la niña un espacio a solas con su padre una vez al día. Cuando llegue del trabajo pueden destinar varios minutos para jugar y conversar, seguidos por la hora de dormir que se puede acompañar con lectura de cuentos. Los fines de semana es importante trabajar una relación familiar que los incorpore a todos, como los paseos, cenas, excursiones, sin fomentar diferencias ni relaciones intra-familiares".Por tanto, resulta mucho más favorable para la mamá sumarse a los juegos de su hija, por más que respete el espacio de ella con su padre. Y aunque le moleste a la niña, debe demostrarle afecto a su esposo, para que la pequeña entienda la relación que existe entre sus padres. El papá por su parte, no debe desautorizar a la madre, ni mostrar demasiada complacencia, porque la formación de su hija le corresponde a ambos.Princesitas consentidasEsta etapa de enamoramiento infantil coincide además con el desarrollo de la identidad psicosexual, instaurándose en la niña las bases de la femeneidad. Por eso, pueden sentirse interesadas por los collares, los zapatos de taco alto, utilizan a escondidas los maquillajes de mamá, porque comienza a nacer en ellas de manera incipiente una dulce coquetería, que se refleja en su gusto por la ropa, los peinados y todo lo que concierne a su imagen personal.De igual modo, las hijas pueden volverse un tanto contestadoras o déspotas con su madre, así que es importante que los padres en conjunto establezcan límites claros, y le expliquen de buena manera que ella no es la novia de papá, sino que la hija de ambos, y que la aman infinitamente.Según nos explica la psicóloga, algunas mujeres debido al buen o mal desarrollo de esta etapa, tienden a buscar en su vida adulta modelos de hombres que sean similares a sus padres, porque surge en ellas la necesidad de protección, afecto, y cariño, lo que las hace desear un prototipo que cumpla o supla esas características.Por ello, resulta fundamental la figura paterna para las hijas, porque son los encargados de instaurar la base del respeto y el amor que debe existir entre un hombre y una mujer, y si se realiza de buena forma, de seguro el resultado será hijas más felices, cariñosas con sus padres, y sumamente resueltas en el amor.Verónica Lavado Fuente: http://www.terra.com.co