El debate sobre el Open Access continua. La Universidad de Princeton ha tomado medidas muy claras para evitar que sus investigadores transfieran los derechos de copyright a las casas editoriales, lo que solo se permite en circunstancias muy especiales.
Las instituciones científicas pagan cada año una enorme cantidad de dinero a las editoriales para tener acceso a las revistas que publican, aunque en muchos casos una parte de los contenidos sean resultados de los propios investigadores de esas mismas instituciones, y que las investigaciones que se exponen reciben en su mayor medida financiación pública.
Además, el proceso de arbitraje también recae en los hombros de los científicos. La comunidad científica forma los comités editoriales de las revistas, en una labor que suele realizarse de manera gratuita.
Por tanto muchas instituciones empiezan a cuestionar la renuncia a los derechos sobre los contenidos que exigen las revistas al publicar. El acceso restringido al conocimiento científico es un conflicto que no está resuelto todavía aunque los investigadores, las instituciones y los editoriales tratan de buscar puntos de encuentro.
En septiembre del año pasado la Universidad de Princeton asumió una nueva política de Acceso Abierto (Open Access) que evita la cesión de los derechos de copyright de las publicaciones de sus investigadores. “El principal efecto es evitar que los autores renuncien a todos los derechos de sus artículos cuando publican en una revista”, aseguran desde la universidad.
Derechos de publicación para la institución: instrucciones
Desde el año pasado, los derechos de publicación de los trabajos son adquiridos de manera directa por la Universidad de Princeton (siempre con la salvedad del uso no comercial) y la propia institución autoriza los autores a subir copias de sus artículos a sus propias webs o a cualquier espacio que no tenga intención comercial.
Si una revista en particular, en la que se vaya a publicar el trabajo, exige la transferencia del copyright, el autor puede enviar un formulario redactado por la universidad en la que esta da cuenta a la editorial de su política de publicaciones.
En esta adenda Princeton advierte que el trabajo se mantiene bajo la propiedad intelectual de la institución y que mantiene los derechos de reproducción así como de cesión a terceros para hacer lo mismo. De esta manera, no vende las publicaciones.
“Princeton puede usar el manuscrito final del autor (incluyendo las modificaciones de la revisión por pares), aunque no utilizará una edición facsímil de la versión final publicada en la revista, a no ser que el editor de permiso para hacerlo”, avisan en la carta.
Aunque la idea es llegar a un punto común, por lo que en el escrito también hacen esfuerzos para acercar posiciones a los intereses de las editoriales. “Si Princeton pone el trabajo en una versión abierta en un repositorio online bajo licencia [también animan a los investigadores a almacenar sus trabajos en bases de datos de libre acceso como Arxiv o repositorios de datos de la universidad] , hará esfuerzos para citar la versión definitiva del editor si se ha publicado y la enlazará si está disponible en internet”.
Manual de actuación para los investigadores
Las instrucciones para los autores, a la hora de publicar sus resultados, son claras:
Paso 1: Cuando envían la versión definitiva del artículo deben firmar el copyright de la editorial incluyendo la siguiente sentencia encima de la firma:
“subject to attached Addendum” (sujeto al adjunto añadido)
Paso 2: Se adjunta al mensaje electrónico la adenda de la universidad firmada.
Paso 3: Se envían los dos documentos al editor.
Si el editor no admite este anexo, entonces el autor debe acudir a la universidad para solicitar un permiso especial en la página web http://www.princeton.edu/provost/copyright-waiver/
Pasos para cambiar las normas editoriales
Aunque pueda pensarse que esta normativa no va a tener mucho impacto, uno de los objetivos es cambiar las prácticas de las editoriales, a fin de que apliquen criterios que no lleven a la necesidad de solicitar un permiso especial. Por otra parte, se trata también de que los propios investigadores sean más conscientes del problema de perder incondicionalmente sus derechos en favor de las editoriales.
Esta actitud de Princeton es muy interesante, y digna de ser seguida por las universidades y centros de investigación españoles. No se trata solo de recomendar seguir los acuerdos internacionales que España firme sobre las políticas de Open Access, sino que además asesora de una manera muy explícita y simple a sus investigadores, defendiendo sus derechos y los de la institución. Ojalá los veamos pronto en nuestros lares.
Más información
Reflexión sobre la política de Princeton.
Manuel de León (CSIC, Real Academia de Ciencias) es Director del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), Miembro del Comité Ejecutivo de IMU y Miembro del Core Group de PESC (ESF).