Tengo ya esa edad en donde no es necesario decir -cuando me preguntan- la que tengo.
Me dejan el asiento en los transportes públicos (a veces) y muchas personas en cuanto digo la edad me dicen esa frase ¡pues qué bien se conserva!
A mí lo que me gustan son determinadas conservas de alimentos. Me gusta pensar que soy un principiante en todo o casi todo, en la vida.
Por ejemplo, a las últimas bodas a las que he asistido, lo cierto es que me he sentido un bicho raro.
Aunque pensándolo bien, lo que seguramente me ha sucedido es que mi edad me impide tener esa frescura que siendo más joven sentía que me 'comía el mundo' y lo que me echaran.
Aunque, eso sí, me daba unos estacazos de mucho cuidado.
En algunas de esas bodas he sentido ganas de bailar al compás de la música que ponen, que por cierto algunas melodías me trasladaban a la época del jurásico. Me dicen que todo vuelve.
Entonces ocurre, algún joven se acerca y me dice si quiero sentarme. Y es cuando me sale una especie de enojo por constatar que ya soy mayor.
Y me digo: soy un principiante.