Principios básicos para hacer negocios (parte 5 de 6)

Por Claudio Auteri Ternullo @micedvalencia
5. Trate a sus empleados con justiciaSer justos con otros es una responsabilidad y un privilegio. El empleador que practica un trato justo puede testificar de Cristo a sus empleados, porque como dice el refrán: «Practica lo que habla». Por supuesto, algunos empleados critican a sus jefes o empleadores, no importa cómo les traten. Pero el problema es suyo. Los que están en autoridad sólo deben preocuparse por su propia conducta.Por lo general, el buen trato se vincula a cuestiones de pago o de beneficios que se obtienen en el ambiente de trabajo. Pero eso no es todo. El buen trato también se relaciona con las actitudes y la forma de vincularse con los empleados. Por ejemplo, si la tendencia de los jefes es mirar por encima del hombro (social o intelectualmente) a los empleados de rango inferior, esa actitud será trasmitida y recibida por los mismos. Una vez que los empleados se den cuenta de que se han levantado barreras sociales, ya no aceptarán ningún esfuerzo evangelizador de su parte.El primer paso para establecer principios de buen trato es reconocer que todas las personas tienen valor. No importa cuál sea su posición o su rol en la sociedad. La primera vez que reconocí este principio fue durante mi paso por las Fuerzas de Aviación. La barrera entre los oficiales de carrera y los empíricos era total y absoluta. Las fuerzas armadas crearon a propósito esta separación en un intento de hacer que el grupo dirigente (los oficiales) pareciera infalible. Perciben esto como un ingrediente indispensable para dar órdenes que involucren cuestiones de vida o muerte.Lamentablemente, esta misma mentalidad se ha llevado a las relaciones comerciales. Quizás sea por un reflejo de la mentalidad amo-esclavo, a pesar de que hace más de cien años abandonamos la práctica esclavista; Pero Jesucristo no establecía tales barreras artificiales entre Él y sus discípulos, ni jamás permitió que lo hicieran los discípulos entre ellos, ni con las personas a quienes deseaban alcanzar.Si se da cuenta de que no puede brindar el mismo respeto y consideración al empleado de más baja categoría que a los demás, es hora de que se detenga y arregle esta cuestión con el Señor. El segundo capítulo de Santiago analiza este aspecto cuando resume la idea en el versículo 9: «Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores».Tuve la oportunidad de ver la aplicación de este principio cuando era un nuevo creyente. Los miembros de nuestra iglesia estaban evaluando al Pastor para saber si aumentarle el sueldo. El Presidente de los diáconos presentó a la congregación una recomendación de que se le aumentara el sueldo en varios miles de dólares anuales y la iglesia lo aprobó por unanimidad. Luego el Presidente presentó un pedido de aumentarle el sueldo al Conserje, pero en un monto muy inferior al del Pastor.El Pastor interrumpió la reunión y preguntó:—¿Por qué están dispuestos a darme un sueldo mucho mayor que al Conserje si él tiene más hijos que yo y menos beneficios adicionales?El Presidente de los diáconos quedó sorprendido. La razón era obvia, pero llevaba además algo implícito. Señalaba que la iglesia no remuneraba a los pastores de la misma manera que a los conserjes. Se usaba el principio de «cacique e indios». El Presidente respondió:—Lo que pasa es que no nos alcanza para pagarle un aumento tan grande.—Entonces quiero que le den parte del aumento que me iban a dar a mí—contestó el pastor—. No necesito ese dinero y estoy seguro que él, sí.La reunión concluyó sin tomar una decisión final. Sin embargo, tiempo después, el Presidente de los diáconos terminó recomendando un aumento sustancial para el Conserje (casi el mismo sueldo del Pastor). Y los temas tratados en esa reunión tuvieron una profunda influencia sobre las actitudes de toda la congregación. A mí me desafió personalmente a analizar todas mis decisiones a la luz de la Palabra de Dios y no a lo que la práctica corriente dictamina.