Prioriza el compromiso a la formación

Por Eandres

No suelo ir al cine, pero recientemente he visto una película que ha conseguido hacerme vibrar. Se trata de “Intocable”. Para quien no la haya visto, gira en torno a dos personas con nada en común y maneras muy diferentes de entender la vida. Philippe, un millonario que se ha quedado tetrapléjico, y Driss que es el hombre al que contrata para que lo cuide, un inmigrante que acaba de salir de la cárcel, en lugar de optar por profesionales mucho más cualificados y preparados para el puesto. La pregunta que todos nos hacemos es ¿Por qué Philippe elige a una persona en riesgo de exclusión social, sin experiencia, ni conocimientos en la materia a tratar? A ojos de muchos, esto fue una locura (ya que la película esta basada en hechos reales), sin embargo esta elección le cambió la vida en todos los sentidos. En este punto habría que preguntarse ¿qué es mejor, dar con la persona con más y mejor cualificación o encontrar una persona que le ponga ganas, mucha ilusión y perseverancia?
Una posible respuesta la podríamos encontrar en la fórmula de talento de Dave Ulrich: Talento = (Sensibilidad + Capacidad) x Compromiso En el caso de la peli, se ve claramente que Driss tiene una sensibilidad especial para cubrir con creces su falta de conocimientos en enfermería. Es su gran actitud y sobre todo su gran  compromiso lo que permite que aflore su valor diferencial y único. Llevando esto al mundo profesional en el que nos movemos, se traduce en que las personas que disfrutan de su trabajo y creen en lo que hacen, no solo tienen niveles de satisfacción mayores sino que son más productivas, están más comprometidas con su trabajo, su equipo y con su compañía. Esto genera gran valor añadido a la organización. Uno de los retos del siglo XXI en la gestión de las personas está en conseguir que los lideres y managers encuentren sentido a lo que hacen y así, sean capaces de generar una experiencia de pasión, convicción y entusiasmo por los proyectos en los que se involucran de tal forma que dejen un sello o marca personal en la organización y en sus equipos. Equipos, que a su vez replicarán un modelo que conduce a la excelencia y al éxito. Ya lo decía El Principito “lo esencial es invisible a los ojos”. Esa esencia es individual (de cada uno), y es la clave para marcar la diferencia. Así pues, en las organizaciones debemos de fomentar situaciones en las que las personas puedan ser ellas mismas, se las valore por lo que son y su aporte al conjunto a la organización. De esta forma se consigue generar un ambiente de confianza diferencial. De hecho, sólo en los mejores lugares para trabajar se cumplen las siguientes premisas: “hay confianza en la gente para la cual se trabaja, se siente orgullo por lo que se hace, y la gente disfruta de la gente con la que trabaja”.