En esta ocasión nos disponemos a meditar una pequeña parte de la Pasión del Señor Jesús (Jn 18,3-8) con el motivo de hacer reflexionar y traer consolación a muchos hermanos que viven y han vivido privados de su libertad. En especial esta reflexion que hoy abordamos es para compartir unos puntos importantes de como traer consolación al corazón de un hombre o mujer que vive en prisión.
Dios no acepta que el destino de sus hijos sea destruido por criaturas humanas, por temibles que sean. El cuida de cada uno de nosotros en forma tal que aun la injusticia que se comete en contra nuestra sirve para sus planes, para bien nuestro.
[3] Judas hizo de guía a los soldados romanos y a los guardias enviados por los jefes de los sacerdotes y los fariseos, que llegaron allí con linternas, antorchas y armas. [4] Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscan?» [5] Contestaron: «A Jesús el Nazoreo.» Jesús dijo: «Yo soy.» Y Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos. [6] Cuando Jesús les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron al suelo. [7] Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscan?» Dijeron: «A Jesús el Nazoreo.» [8] Jesús les respondió: «Ya les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan.» (Jn 18,3-8)
Dios, El Señor Jesús quiso morir de una forma muy difícil, quiso vivir la experiencia que vive un privado de libertad, de haber sido ajusticiado, si ustedes conocen la pasión del Señor, nunca tuvo un abogado, se presentaron ante Él testigos falsos y su juicio fue injusto. Misteriosamente Dios quiso compartir la condición que viven los hombres y mujeres privados de libertad.
La cárcel en la que Jesús estuvo en Tierra Santa es un agujero en el suelo de 3 metros cuadrados más o menos, donde tenía que orinarse y beber su propia orina seguramente porque no hay luz, ni agua, ni comida, es un agujero en el suelo de cinco o cuatro metros bajo tierra, esa es una cárcel en Israel. Y sabemos que Jesús paso con seguridad ahí la noche del jueves y ha experimentado como ellos, Dios quiso misteriosamente compartir su condición, podría haber sido doctor, profesor, de lo que Dios escogió para mostrarnos como los ama quiso ser un preso. En esas locuras que tiene de amor Dios, quiso compartir la cárcel, quiso compartir ese proceso judicial, los nervios de estar frente a una autoridad que me va a dar una condena y no de años como a ellos, sino de muerte. Dios los ama tanto que quiso compartir con ellos esa condición. Nunca más podrían decir: Dios no entiende lo que es estar en la cárcel, Dios no sabe lo que es no tener abogado, Dios no sabe lo que es estar encerrado y privado de libertad, el Señor quiso compartir su condición porque Jesús nos amó y se entregó por nosotros. Hasta esa locura.
Recuerdan a ese ladrón que gritaba en la cruz, se aparto de Jesús y hasta en el ultimo momento fue rebelde, no quiso aceptar el amor de Dios, no permitas que ninguna cosa te aparte de Dios, ni tu historia, ni tu pecado, te aparten del Señor.
Pídele a Jesús, No permitas que me aparte de Tí.
Con Afecto, Tu Amigo Daniel Espinoza Comentario de la Hermana Glenda (Carcel de Mujeres)