Recientes investigaciones afirman que, tomados durante el invierno, resultan efectivos para reducir la duración de los síntomas de la gripe y del resfriado, como la fiebre y la tos.En los niños, en particular en los más débiles, al malestar propio de la gripe, como fiebre alta, dolores musculares, anorexia y molestias digestivas (náuseas, vómitos), se pueden sumar complicaciones respiratorias (bronquitis, bronquiolitis), otitis (entre el 20% y el 62% de los niños la sufren), enfermedades pulmonares o convulsiones febriles, que son más graves cuanto menor es el niño.
El buen estado del sistema inmune es fundamental en los menores para que puedan afrontar cualquier proceso infeccioso. Esta situación dependerá, en parte, del tipo de alimentación y nutrición que sigan los pequeños. Nutrientes concretos de los alimentos como las vitaminas C, vitamina A y E, y minerales como el hierro y el selenio hacen su labor respecto al aumento de los anticuerpos y, por tanto, en la actividad inmunológica antiviral y antibactericida. Por otra parte, en los últimos años ha aumentado el interés por el uso de complementos para reforzar la salud inmunitaria. Numerosas investigaciones muestran la capacidad de probióticos específicos (determinadas cepas de bacterias) para modular diversos factores del sistema inmunológico, tanto innatos como adquiridos.
El complemento probiótico es un producto que se comercializa en farmacias, laboratorios de nutrición o tiendas especializadas de dietética. Engloba a una selección específica de microorganismos vivos con efectos orgánicos saludables. La selección de bacterias se realiza de acuerdo a las personas a quienes se destinan, sean niños, adultos o personas con necesidades especiales por cuestiones de salud. En cualquier caso, siempre se ha de entender que es un complemento a la dieta y no un sustituto de algunos alimentos que la componen. El valor añadido de estos complementos se traduce en un menor uso de medicamentos para la tos y el resfriado entre los pequeños y en menos días de faltas a clase a causa de estos trastornos. Algunos estudios confirman, incluso, un menor uso de antibióticos en edades tempranas tras su ingesta durante unos meses, con los consiguientes beneficios como la reducción de las reacciones adversas por el medicamento, los costos y menos riesgo de desarrollo de resistencia a los antimicrobianos.
En la revisión sobre el uso de probióticos como terapia nutricional dirigida por el Department of Human Nutrition, Food & Animal Sciences de la University of Hawaii (Estados Unidos), los autores coinciden con la investigación anterior en señalar que ciertos probióticos han demostrado influir en varios aspectos de la función inmune. En estudios realizados en animales y humanos con diferentes tratamientos de las bacterias ("L. casei", "L. acidophilus" o "bífidus B."), se ha constatado un aumento de secreción de inmunoglobulinas A (IgA), un tipo de defensas del organismo.
Los expertos informan también de varios estudios que han concluido que los probióticos (sobre todo "L. casei" y "L. rhamnosus GG") aumentan la producción de citoquinas, unas proteínas que regulan el crecimiento y modulación de la secreción de inmunoglobulinas. En sendas investigaciones, los autores convienen que los mecanismos de acción por los cuales los probióticos afectan al sistema inmunológico están todavía por determinar, al igual que la dosis-respuesta más segura y efectiva. Por ello, al pensar en un complemento dietético para los niños, será el profesional sanitario experto en nutrición quien valore y determine el tipo de probiótico que tomará, la dosis y la duración del mismo.
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