Me parece importante trabajar el cálculo mental y la resolución de problemas en infantil así que un día empecé a plantear oralmente problemas muy sencillos en la asamblea. Cuando tuve por primera vez alumnos de 5 años me di cuenta de que cuando se introducían la suma y la resta y las empezaban a resolver por escrito, dejaban de escuchar la situación problemática que planteaba el enunciado del problema y nada más acabar de decírselo preguntaban directamente "¿Es de sumar o de restar?". Y si los problemas eran "típicos" y repetitivos se fijaban en alguna palabra "clave" como "coger", "juntar", "comprar", etc. para sumar; y "dar", "comer", "gastar", etc. para restar. Esto les ayudaba a resolver el problema si la incógnita era la cantidad final pero le hacía fallar si se preguntaba por la cantidad inicial o de cambio. Por ejemplo, en un problema como En la bolsita que ha traído Inés para desayunar hay algunas galletas. Se come 2 y después le quedan 6. ¿Cuántas galletas había al principio en la bolsa? era frecuente que obtuviesen 4, ya que restaban los datos al escuchar "comer". Si decidían sumarlos (porque es la otra operación "que hemos dado") acertaban de casualidad pero fallaban si al día siguiente el problema era En la bolsita que ha traído Inés para desayunar hay 8 galletas. Se come algunas y al final le quedan 6. ¿Cuántas se ha comido? . Algunos niños nos dirán que se ha comido 14 sin pararse a pensar que es imposible que se coma tantas si solo había 8. Por supuesto, si el problema planteado era de multiplicación o división, con este tipo de estrategias el fracaso estaba asegurado. Si por ejemplo planteamos En el equipo verde hay 4 niños. Mario reparte el día de su cumpleaños 2 galletas para cada niño. ¿Cuántas galletas necesita para todo el equipo verde? los resultados que dan inicialmente con más frecuencia son 6 y 2.
A mi me da mucha rabia que desde tan pequeños empiecen a desenvolverse en la escuela sólo repitiendo mecánicamente los contenidos que aprenden. Justo en Educación Infantil su mente se está formando y vienen con una capacidad enorme de resolver todo tipo de situaciones de manera muy creativa. ¿Qué hacemos para qué pierdan este "superpoder"? Al menos podemos conseguir que vuelvan a ganarlo.
Una de las formas que a mi me ha funcionado es seguir trabajando con los problemas para que "vivan" la situación planteada y se olviden de las operaciones que, en otros momentos, hacemos de forma más mecánica. En otras entradas os he contado en qué consiste el taller de problemas que este año, por la organización de mi centro, no estoy pudiendo llevar a cabo pero que es súper recomendable (en el enlace podéis leer la primera entrada sobre él y buscar las demás en el buscador de la derecha). Y en esta entrada os voy a contar en qué consisten los problemas de asamblea y cómo los hago yo en mi clase. En la siguiente entrada os contaré los tipos de problemas que existen y cuáles suelo hacer con mis alumnos.
Yo empiezo a hacer los problemas en 3 años de forma más esporádica y con enunciados ligados al contexto del aula o la familia y seguimos en 4 y 5 haciéndolos de forma cada vez más sistemática y a veces con enunciados que plantean situaciones más lejanas a su entorno (en muchas ocasiones, relacionados con cuentos que conocen bien). En 5 años el problema es una tarea más del encargado y, por tanto, realizamos uno cada día.
El procedimiento es muy similar en los tres niveles: yo enuncio el problema, ellos lo resuelven y dicen la solución cuando creen saberla. Desde la mitad de curso de 4 años y en 5 años deben decir la solución moviendo los labios para que el resto de niños pueda seguir pensando. El encargado puede decírmelo al oído cuando lo sepa. Yo les digo "muy bien" o "sigue pensando". Cuando varios niños han dado una solución correcta, algún alumno la dice en alto y varios niños de los que han obtenido la misma respuesta explican a todos cómo lo han hecho. Después, los niños que han resuelto bien el problema se "autolanzan" besos. Aunque valoremos a los alumnos que dan un resultado correcto es muy importante para que la propuesta tenga éxito y los niños "se enganchen" reforzar muy postivamente a aquellos alumnos que han estado pensando en el problema, que han estado "metidos" en la actividad durante el tiempo de resolución.
¿Y qué sucede cuando empezamos a plantear problemas en la asamblea? Que los niños nos miran alucinados y la gran mayoría no sabe qué decir. Es posible que alguno dé la solución correcta pero si le preguntamos cómo lo ha hecho es probable que responda "pensando". "Muy bien, ¿y qué has pensado", les digo yo. Y como mucho, nos repetirá la solución o se inventará algo con los dedos si ya sabe usarlos.
Yo este curso tengo alumnos de 5 años y he introducido problemas de asamblea por primera vez ya que el curso pasado casi no estuve con ellos. En 3 años hice bastantes pero si no hay una continuidad, en 5 años es como empezar desde el principio. Los comienzos fueron algo desesperantes. Las primeras semanas ni pensaban en el problema. Me miraban y no sabían qué hacer, cómo resolverlo, qué esperaba de ellos, qué se les pedía... Pasado el primer mes la mitad de la clase pensaba en el problema después de enunciarlo pero aún aparecían muchas soluciones imposibles. Para superar este inconveniente, en algunos problemas utilizamos materiales para representar físicamente la situación y así ver qué rango de resultados serían posibles y cuáles no. En la imagen podéis ver cómo representamos a principio de curso el problema Juan y su madre se quieren repartir 5 monedas para ir a comprar. ¿Cuántas monedas puede llevar cada uno?
Durante el primer trimestre estuvimos haciendo solo 3 problemas a la semana en días distintos ya que no quería que les pareciese algo muy difícil o rutinario, sino un juego más que haríamos algunos días dentro de nuestras rutinas de la asamblea. Al comenzar el segundo trimestre las mejoras fueron enormes: casi todos los alumnos participaban pensando el problema, pocos alumnos daba soluciones imposibles y aproximadamente la mitad solían dar el resultado correcto (esto depende un poco de la dificultad del problema).
A medida que se han ido "enganchando" a los problemas y disfrutando con ellos, ha ido cobrando especial importancia la puesta en común de los procedimientos empleados por los niños que dan un resultado correcto. Como los alumnos se han ido motivando prestan mucha atención a este momento ya que, si han fallado, quieren mejorar la próxima vez. Esto ha hecho que en este momento del curso casi todos los alumnos solucionen de forma correcta los problemas.
Los procedimientos que suelen emplear los niños son:
1. Usar los dedos. Había alumnos que a principio de curso tenían muchas dificultades para poner un número con los dedos, bien por problemas de conteo o porque no se organizaban con sus propias manos y se liaban al tener que usar las dos y a la vez contar cuántos tenían. Los problemas de asamblea les han ayudado muchísimo y esto ha favorecido que mejoren también en la resolución de operaciones de suma y resta.
2. Usar la recta numérica. Ahora ya la usan menos pero a principio de curso era frecuente que marcasen en ella un dato del problema y "operasen" con el otro para dar la solución. Usaban la recta como si los números fueran elementos sueltos que pudiesen poner y quitar.
3. Del mismo modo que la recta numérica usaban a veces el calendario.
4. Estos dos procedimientos ya casi no los usan pero ha aparecido con más frecuencia la resolución mental. Los problemas de asamblea han ayudado mucho a los niños a automatizar la descomposición de los números hasta el 10 y eso hace que sean muy ágiles dando soluciones a los problemas de adición o sustracción aunque la incógnita no sea la cantidad final de elementos.
En la próxima entrada os contaré qué tipos de problemas hay y cuáles suelo hacer yo en cada nivel aunque, como pasa con muchas cosas de las que enseñamos, una vez que empecéis vuestros propios alumnos os van a guiar en lo que podéis plantearles.