Primero, hay que establecer rutinas, tanto en los horarios de las comidas, como en los espacios de tranquilidad antes de acostarse, es decir evitando actividades que les exciten. Hay que establecer rutinas también a la hora de acostarse, ya que esto creará hábitos y rituales que le ayudarán a descansar. Es importante controlar el espacio y la temperatura del dormitorio, para que sea agradable, evidentemente, y favorecer el descanso. Luego viene la parte tan debatida, sobre si hay que acostarse con el pequeño o no, si hay que atender todas sus peticiones y demandas, hasta dónde... Bueno, mi consejo es, como siempre, que hagamos lo que nos parezca que haga que nuestro bebé se sienta seguro y que se sientan bien.
Mecerlos, acariciarlos, hacerles un masaje, contarles cuentos, acostarse un ratito con ellos, etc., son cosas que crean bienestar, sino pensad en cuando vuestros padres lo hacían con vosotros y seguro que se os escapa una sonrisa...
Lo importante es facilitar ese clima de tranquilidad, ese ambiente acogedor para que los bebés y los niños puedan dormir, relajarse y descansar, para que puedan crecer y desarrollarse de forma equilibrada.
No hay que olvidar que durmiendo regeneramos células, hormonas, reponemos energía, regulamos el organismo, y más en los pequeños que tienen un desgaste creciendo, que reparan en sus horas de sueño.