Procrastinar

Por Joseluisp

Nada malo hay en dejar tareas y responsabilidades para más tarde. Sin embargo, en ocasiones, postergamos actividades que debemos atender en el presente para sustituirlas por otras más agradables, aunque éstas sean irrelevantes. La procrastinación consiste en este hábito de posponer, de manera irracional, las obligaciones que debemos realizar en el presente.

Piers Steel sitúa las raices de la procrastinación en la misma arquitectura de nuestro cerebro. Nuestra mente atribuye un valor muy superior a aquellas satisfacciones que son materiales e inmediatas respecto a las que tardan más tiempo en materializarse. Por ello, las distracciones y los placeres que obtenemos en el presente pueden convertirse en un peligro cuando trabajamos en proyectos cuyos resultados materiales sólo se perciben a largo plazo.

Es posible que las consecuencias les resulten familiares: tareas que se realizan a última hora, de forma precipitada, con resultados que dan mucho que desear y con unos ratios de calidad y productividad que se podrían haber mejorado de no haberse dilatado el tiempo que dista entre la decisión y la acción.

El comportamiento que nos lleva a procrastinar tareas está relacionado con nuestras expectativas. Mientras más optimistas seamos respecto a nuestras habilidades y destrezas para llevar esas tareas a cabo, más motivados estaremos para acometerlas y menos vulnerables seremos a aquellos estímulos que nos seducen para postergarla.

De la misma manera, nuestra valoración de cada tarea está relacionada con nuestra tendencia a dejarlas para más tarde. Parece que son las tareas que más nos gustan aquellas a las que les dedicamos más energía, mientras que las obligaciones que menos nos agradan son las que tendemos a posponer de manera sistemática.

Finalmente, la disciplina que tengamos a la hora de ceder o no a nuestros impulsos es decisiva a la hora de definir nuestro perfil como procrastinadores. Las personas que más se dejan llevar por las distracciones y las tentaciones que les rodean son las primeras en retrasar sus compromisos para ceder a ellas.

La procrastinación deja sobre nosotros un elevado coste emocional: estrés generado por el trabajo desarrollado a última hora, cuadros de ansiedad por no atender tareas y obligaciones en su momento y sentimientos de culpabilidad por posponer estas obligaciones para ceder ante las tentaciones y distracciones a las que estamos expuestos.

Un espacio donde mejorar cuando estamos interesados en crecer como profesionales.

Notas

Si está interesado en conocer más sobre el hábito de la procrastinación encontrará interesante Procrastinación, de Piers Steel. Está publicado por Grijalbo.