Se trata de un perfume cálido, compuesto de notas hespérides, obtenidas de las cáscaras de los frutos de la Bermagota, mandarina, y notas florales de la flor de Azahar. En el corazón lleva el carácter aterciopelado de un ramo floral de rosas, gardenias y magnolias que abren sus pétalos. Pero todo esto dura poco ya que las notas de fondo se abren paso con un acorde mineral, con los tórridos contoneos de un baile, fusionados y prietos, entre vainilla y leche de coco.
La presentación del perfume es simple y elegante para mi gusto. Un bote de tubo verde ambarino y estilizado, elegante y lleno de promesas. Su envoltorio, una caja que navega entre el oro y el cobre en un degradado de tonalidades cálidas para evocar un lujo sobrio y elegante.
El creador de este maravilloso perfume ha sido Serge Majoullier. El fue el artífice del perfume original de Huile Prodigieux. Ha tenido que convertir la fragancia que creó años antes: con la sensualidad por obligación, al sol de cómplice y el mar en el horizonte.
A mí que no suelen gustarme los olores demasiados dulzones, o la vainilla y el coco en exceso, creo que este perfume los combina a al perfección, sin lograr ser demasiado o caer en el empalague. Pero como todo, tiene a sus más y sus menos. Yo no tardaré en caer en sus redes y perfumarme por las mañanas con él.
El bote contiene 50 mL y tiene un precio de 45€.
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