Los iluminadores ensayos de Luis Antonio de Villena, Leticia García y Carlos Primo nos sitúan ante una corriente de pensamiento y acción cuya ideología de base más allá de la mera transgresión estética para convertirse en un aldabonazo ético en la grisura acomodada de la vida aristocrática, antaño, y pequeño-burguesa de las sociedades contemporáneas. Los autores se esfuerzan porque comprendamos que el dandi no se limita a vestir de una forma tan cuidada como original y a menudo extravagante, sino que orienta su vida de una forma igualmente retadora, que invoca los valores de la libertad y la diversidad, de ahí que en puridad los dandis nunca hayan constituido grupo, por mucho que las notables figuras individuales de cada época coincidiesen publicando en determinados medios –de los que la colección de Fashionable Novels de la Inglaterra del XIX constituye su mejor ejemplo-. Y ese es otro de sus rasgos más fascinantes del movimiento: su persistencia a lo largo de los siglos, mudando quizá en formas de expresión, pero invulnerable a las crisis, las guerras o las transformaciones sociales. Los dandis siempre han estado con nosotros, y siempre podremos reconocer a uno de ellos en una frase, un atuendo o un gesto, con frecuencia no del todo calculados.
Esa línea de continuidad aparece bien reflejada en la excelente recopilación preparada por los coordinadores del libro. En ella encontramos fragmentos de obras literarias conscientemente dandis, donde el comportamiento de los protagonistas y su afilado lenguaje provocador dibujan el arquetipo del personaje desligándolo de su apariencia. Los autores escogidos son garantía de acierto: Disraeli, Thomas Carlyle, Huysmans, Bulwer-Lytton… Muchos de ellos respondían precisamente al tipo humano que describen, por lo que no necesitan forzar la voz para acercarnos a ese mundo. Y junto a los textos narrativos se reúnen interesantes ensayos, que dan cuenta de la evolución histórica y la atracción permanente que los ha venido caracterizando, a cargo de nombres como Balzac, Virginia Woolf, Baudelaire, Camus, Alvaro Retama y Umbral. El volumen se cierra con una excelente muestra del periodismo narrativo que consagró a Tom Wolfe, donde explora los movimientos juveniles urbanos de los setenta más próximos al espíritu del dandismo. Únicamente echamos de menos al gran Oscar Wilde, cuyas obras de teatro y textos misceláneos abundan en perlas ejemplificadoras de lo mejor de esa corriente. No obstante quizá semejante elección hubiese sido muy previsible y aportaría poco, a estas alturas, al lector en lengua española, que pude acceder de mil maneras a la obra wildeana.
Debemos hacer referencia de nuevo a las oportunas introducciones de los coordinadores del libro y de Luis Antonio de Villena, el gran dandi de la literatura española contemporánea: ambos son de esos prólogos que uno no debe saltarse, pues nos proporcionan numerosas guías para mejor interpretar las muy diversas lecturas que anteceden. Lo cual, junto con las simpáticas ilustraciones de Marina Domínguez, de línea clara y desapego característicamente dandi, componen una maravillosa edición, de la que Capitán Swing ya nos tiene acostumbrados.
En definitiva, una recopilación tan rigurosa como entretenida, y cuya brillantez y encanto son más necesarios que nunca en estos tiempos lúgubres.