Productividad Personal Edición 2022: Reflexiones Día 3

Publicado el 05 noviembre 2021 por Jmbolivar @jmbolivar

En este tercer post de la serie Productividad Personal Edición 2022 voy a compartir contigo mis reflexiones sobre las dos últimas secciones de la Introducción del libro.

Descubriendo GTD®

Hace año y pico dejé atrás la herramienta que me había estado acompañando desde que empecé a recorrer el camino para dominar GTD (y no, no voy a decir cuál es la nueva, al menos por ahora).

Mientras le echaba un último y nostálgico vistazo, me di cuenta de que el histórico de la herramienta tenía una fecha inicial posterior a la que yo creía.

Esto es relevante porque el histórico señala la fecha de mi última gran caída de la tabla, momento a partir del cual me empiezo a considerar persona usuaria de GTD (GTD Practitioner).

Esta fecha es agosto de 2017. Teniendo en cuenta que mi primer contacto con GTD fue en abril de 2015, esto nos da nada menos que dos años y cuatro meses.

Comento esto porque, al releer el libro, veo que mi memoria me jugó una mala pasada con las fechas y creo que es importante corregir el error.

No tardé un año y medio en llegar a GTD Practitioner sino casi dos años y medio. Ahí queda el dato.

Cambiando creencias

Todo lo que digo en este capítulo del libro —y en el anterior— lo sigo considerando actualmente válido.

Tanto las creencias como los aprendizajes previos (de supuestas buenas prácticas que en realidad son lo contrario) nos limitan y dificultan el proceso de cambio que implica GTD.

Pero actualmente considero que esto es sólo una pequeña parte del problema, motivo por el que añadiría otros tres grandes obstáculos, tan grandes o más que los anteriores.

Sin comprensión es imposible cambiar

El primero de ellos es la capacidad de comprensión.

El ritmo frenético al que nos movemos está afectando muy negativamente a la capacidad de comprensión de muchas personas.

Comprender es una actividad cognitiva exigente, gestionada por el Sistema 2. Requiere tiempo, atención y energía mental.

Cada vez más, las personas pasan «de puntillas» por los temas, sin profundizar lo suficiente en ellos y, por tanto, sin comprenderlos del todo.

Este déficit de comprensión se contrarresta con pensamiento supositorio, cuando no con pura invención.

Te sorprendería la cantidad de personas que en algún momento me han dicho «como dices en tu libro…» para, a continuación, mencionar algo que no sólo no aparece en el libro, sino que yo jamás diría ni escribiría.

Y lo mismo ocurre con los libros de Allen. En Internet hay evidencias memorables de «Allen dice en su libro…» seguidas por alguna barbaridad que —te aseguro— ni está en ningún libro de Allen ni podría estarlo.

En resumen, esta capacidad menguante de comprensión, combinada con los aprendizajes previos y las creencias, dificulta extraordinariamente aprender GTD.

La soberbia es la madre de la ignorancia

El segundo gran obstáculo que añadiría es la soberbia. Creerte mejor, más inteligente o más «especial» que el resto de las personas.

Me sigue llamando poderosamente la atención la gente que se obstina con «personalizar» GTD —o descartar partes de él— antes siquiera de haber montado su primer sistema.

Porque en el camino para dominar GTD nadie es más listo ni mejor que nadie.

Simplemente hay personas que llevan más o menos tiempo recorriéndolo, que han leído más o menos —y comprendido mejor o peor—, que han seleccionado mejor o peor sus fuentes de aprendizaje y que han sido más o menos humildes.

En función de todo lo anterior, esas personas estarán en puntos muy lejanos del camino.

Lo que es evidente es que sin invertir el tiempo necesario, sin leer lo suficiente —o sin comprender lo que se lee—, sin acceso a buenas fuentes y sin mucha humildad, es imposible aprender GTD.

Por último, una creencia absurda —otro ejemplo de esta soberbia— que está ganando mucha fuerza ahora con la moda del «aprendizaje social»: ignorancia + ignorancia = conocimiento.

Esto es una enorme mentira, como sabe cualquier persona con un mínimo de experiencia en el campo de la formación.

Si yo sé de A y tu sabes de B y ambos compartimos lo que sabemos, será fantástico, porque entonces los dos sabremos de A y de B.

Pero, si yo no sé de A y tú no sabes de B, por mucho que tú y yo compartamos nuestra ignorancia sobre A y B, ambos seguiremos siendo igual de ignorantes, puede que incluso más de lo que lo éramos antes.

El cambio requiere energía

El tercer gran obstáculo es ignorar cómo funcionan los procesos de cambio.

Cualquier hábito que tienes supone un ahorro ingente de energía. Da igual si hablamos de un 80% o de un 95%, lo cierto es que los hábitos te permiten ahorrar energía mental en grandes cantidades.

Esto significa que, cuando aún no tienes el hábito de hacer algo, gastas mucha más energía mental de la que gastarías si lo tuvieras.

Nuevamente, da igual si gastas un 80% o un 95% más de energía, lo cierto es que gastas muchísima más.

Cuando la gente dice que GTD es difícil se equivoca. Lo difícil es cambiar.

Si escribes con la mano derecha y empiezas a hacerlo con la izquierda, te costará mucho. Lo mismo le ocurriría a una persona zurda si cambiara de mano.

Ahora bien, ¿escribir con la mano izquierda es difícil? ¿O hacerlo con la derecha? Todo depende de qué hábito tengas.

Si escribes habitualmente con la derecha, escribir con la izquierda te parecerá difícil aunque no lo es (y si no estás de acuerdo, pregunta a cualquier persona zurda).

El verdadero problema es que escribir con la derecha es un hábito —ahorras mucha energía mental— mientras que hacerlo con la izquierda no lo es —requiere mucha más energía de lo habitual—.

La magia está en que, si perseveras escribiendo con la otra mano, dejará de parecerte difícil y te parecerá fácil.

Difícil es la excusa que usas para referirte a lo que aún no has practicado lo suficiente.

Y con este post finalizo la revisión de la Introducción del libro. En el próximo empezaré con la primera parte: ¿Por qué GTD?

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