Cuando una empresa o grupo de empresas alcanzan según qué tamaños, disfrutan de un poder de mercado que puede ir en contra de la competencia y, por lo tanto, también en contra de los propios clientes, al menos esto último es lo que se argumenta cuando se toman medidas antimonopolio. Está claro que la competencia es buena para el cliente porque le proporciona una mayor gama de producto y una tendencia a bajar los precios. Últimamente se ha oído hablar otra vez de los abusos que supuestamente está realizando Google con las búsquedas, desviando a los usuarios hacia marcas o productos que le interesen y, por lo tanto, en perjuicio de la competencia. ¿Perjudica esto al usuario de Google? Pues lo cierto es que no está claro porque dependerá de la calidad y precio de esos productos a los que se les da mayor visibilidad, pero beneficioso o no para el cliente final, lo cierto es que es una mala praxis. Pero las prácticas monopolísticas también pueden estar fuera del ámbito empresarial. Sería el caso de los programas de formación que durante tantos años han estado en manos de CC.OO. y UGT casi en exclusiva.
El monopolio de los programas de formación
El argumento utilizado por UGT y Comisiones Obreras para conseguir los programas de formación era su alta representatividad. Evidentemente son los sindicatos más representativos, pero eso no parece motivo suficiente como para dejar fuera del acceso a las subvenciones al resto.
De un plumazo han aparecido tres sentencias de la Audiencia Nacional el 6 de julio, y todas en el mismo sentido: la representatividad no es un criterio válido para que estos sindicatos acaparen todos los fondos públicos.
Concretamente, uno de los fallos anula una resolución previa de 2014 dictada por la Dirección General del SEPE que denegaba a USO la financiación solicitada, argumentando "no ostentar el carácter de más representativo, o simplemente representativo".
Dice la Audiencia Nacional:Es evidente que ha estado habiendo un trato de favor continuado a favor de CC.OO. y UGT, y seguramente ha habido muchos intereses ocultos. Estas sentencias puede que pongan algo de orden en la situación.
Ramón Cerdá
Ontinyent, 1964