El discurso realizado hoy por la Presidenta se centró, nuevamente, en destacar el crecimiento productivo de la nación desde el inicio de la era kirchnerista. Un recurso no sólo para legitimar su gobierno sino también para responderle en el mismo discurso a las corporaciones que buscan desestabilizar y generar un clima de incertidumbre económica. Su respuesta "no maten a las gallinas de los huevos de oro" fue un tiro cruzado para luego señalar la solidaridad del Gobierno hacia los momentos tensos que está viviendo la hermana Venezuela. En su retórica señaló la pertenencia política e ideológica: la unión latinoamericana, el incremento de la producción y el fomento de la industrialización, el tirón de orejas para aquellos sectores que sólo son castigados en el imaginario mientras siguen engordando sus bolsillos. La paradoja del capitalismo, dicese, y la encrucijada que tuvieron que afrontar siempre los gobiernos populistas: el crecimiento con inclusión llega a su techo que es cuando los dueños de la papota tienen que optar en aumentar los precios o invertir más (obviamente la ley del menor esfuerzo gana la pulseada). Es en esta realidad donde se genera el límite de la justicia social, esa sensación de culpa que lógicamente carecen los liberales.
Ayer, Lucas Carrasco, en el medio de su habitual chisporroteo de puteadas indiscriminadas hacia cualquier miembro del kirchnerismo (Cristina pasó de ser la "señora presidenta" a una "vieja chota") soltó una ironía que más allá de ser hiriente, coteja una realidad dentro de la construcción del imaginario kirchnerista que el relato supo construir y que a los hechos concretos, no suceden. Esa fantasía que denomina "Believer K" (principalmente cuando habla de las "medidas imaginarias", luego derrapa y se va a la mierda con afirmaciones gratuitas) es una señal de que se está abriendo una brecha entre un "kichnerismo verdadero" y "kirchnerismo empírico" (tomando dos conceptos que Altarmirano utilizó para el peronismo): el voluntarismo y la soledad decisionista de un grupo selecto que toma resoluciones en el rumbo político y económico, constituyen un peligro para el sostenimiento del "proyecto político nacional y popular". Actualmente, prevalecen los fríos números de la economia y hasta a la hora de definir políticas de inclusión social parten de esa área que obviamente es esencial pero no tiene que ser la única: no es casual como sabemos que el acuerdo de precios y PROGRESAR salgan de la bocha de Kicillof justo antes de la devaluación definida políticamente más allá de la jugada de Aranguren, sin el acompañamiento (en el caso de PROGRESAR) de equipos técnicos pertenecientes a las areas de trabajo, educación y desarrollo social. Una vez estudiado los números se hizo el anuncio y se coordinó (con la línea ya cocinada) con los demás ministerios y asociaciones civiles e instituciones.
Hoy Cristina en Florencio Varela hizo una entrega simbólica a los primeros beneficiarios de PROGRESAR, y afirmó que hubo más de 500.000 inscriptos. No hay que festejarlo. En todo caso se celebrará a largo plazo. El Estado tiene que ser garante de que no sólo esos jóvenes terminen sus estudios, sino que también puedan encontrar un trabajo digno, que puedan acceder al ocio saludable, que cuenten con la contención y los derechos que le corresponden. Porque hay una realidad: esos 500.000 es un paneo de las deudas del kirchnerismo. Son medio millón de pibes donde ellos y su grupo familiar estan en condiciones de pobreza (los requisitos de inscripción son justamente que dentro del grupo familiar no se supere el mínimo vital y móvil), desempleados o bien forman parte del mercado laboral informal donde no tienen las posibilidades de acceder a las paritarias y son los que más sufren la escalada inflacionaria que realizan los que están ahorcando a la gallina de los huevos de oro. Quizás la gallina tendría que cagarles encima, eso sería mejor, pero esto no es Cuba, tampoco es Venezuela, (el kirchnerismo se está dando cuenta que las batallas perdidas están pasando factura: la ley de medios con la multiplicidad de voces y el golpe a Clarín, al final no fue ni una cosa ni la otra; la reforma judicial se fue al demonio, el código civil nació progresista y se postergó por retrogrado, la batalla por las retenciones fue un cachetazo y ahora si se quiere recaudar y ponerlos en vereda tendrían que redoblar la apuesta con una política mucho más agresiva como la conformación de una Junta Nacional de Granos) tiene que conseguir reformar las instituciones para poder regular como se debe pero los tiempos de la política no son los mismo que de la macroeconomía...
Podremos festejar lo de PROGRESAR a largo plazo, cuando el Estado pueda hacerse presente no sólo en esta etapa de incentivo económico sino también en garantizarle mejores condiciones laborales tanto al pibe como a su grupo familiar. Sería emocionante saber que alguno de esos pibes que estuvieron hoy recibiendo simbolicamente la inscripción mañana sean profesionales que puedan reconocerse como beneficiarios de un Estado presente que los fue acompañando en cada momento de su vida...
En fin, la encrucijada del kirchnerismo será transformarse en algo que nunca fue, o bien seguir diluyéndose en consignas, y buscar enemigos públicos que, sin ofender, hasta en eso andamos mal porque agarrarsela con el pelotudo de Tinelli parece payasesco.