Walter Benjamin (...) compara (...) fascismo con progreso. ¿Lo común? La naturalidad con la que uno y otro aceptan que haya víctimas para el logro de sus objetivos. ¡Qué le vamos a hacer si algunos caen! Es el precio del progreso. Esta crítica (...) no significa renunciar a los avances de la humanidad, tan positivos en muchos aspectos, sino en saber distinguir entre un progreso que está al servicio de la humanidad, de la humanización del hombre, y otro progreso que convierte a esa humanidad en instrumento para el progresar. Por desgracia estamos instalados en la segunda propuesta.Reyes Mate, La piedra desechada, 2013 Editorial Trotta, págs. 46-47.
o el progreso delante para que no se espante