Existen momentos muy difíciles desde que comienzas la aventura de la paternidad/maternidad, todos sabemos que no es un caminos de rosas donde todo es perfecto pero una cosa es saberlo y otra es vivirlo.
Haizea ayer cumplió 17 meses con lo cual soy consciente de que me quedan muchísimas cosas por vivir con ella, espero que la mayoría buenas pero soy consciente de que también las habrá malas. Soy un padre en prácticas con poco rodaje aún pero eso no excluye que ya haya tenido que vivir situaciones en las que te sientes mal. Se me han quedado grabadas en la mente dos.
En ambas situaciones me sentí impotente por no poder hacer más o algo o… bueno simplemente impotente por no decir muy mal.
La primera fue en el parto, es difícil describirlo pero tuve una mezcla de sensaciones bastante extraña. Por un lado, la emoción de la llegada de Haizea a nuestra familia aunque por otro la preocupación porque todo saliese bien, que ni Natalia ni Haizea sufriesen, bueno ya me entendéis.
Para mí no fue fácil ver sufrir a mi media naranja aunque ya sabía más o menos lo que me iba a encontrar, lo había imaginado mil y una veces pero no tiene nada que ver lo que imaginas con lo que te encuentras en realidad. Pero lo que peor llevé fue no poder hacer nada por aliviar su dolor en esos momentos, no poder compartirlo con ella para que su sufrimiento fuese menor, ya sé que mal de mucho consuelo de tontos pero eso es lo que yo quería poder consolarla.
La segunda fue en el comienzo de la lactancia, no sé si lo habitual es que el bebé comience a lactar con total naturalidad o no, lo que si sé es que en el caso de Natalia y Haizea la cosa fue bastante complicada. Por más que lo intentaba no era capaz de que Haizea lactase bien y tuvimos que recurrir a darle leche preparada con una jeringa para alimentarla.
Todo el mundo te cuenta las cosas de una forma tan bonita, es un defecto del ser humano tendemos a sobreproteger y luego te pasan cosas como esta y no estás psicológicamente preparado, así que Natalia pasó por un proceso de enfado consigo misma y de infravaloración como madre bastante grave. No hablo de una depresión postparto quizás podría haber desembocado en ello, aunque no soy psicólogo así que no lo sé.
El caso es que yo como marido y padre me sentí el peor marido del mundo y el hombre mal inútil de la faz de la tierra por no poder hacer absolutamente nada por ayudarla, solo pude tratar de tranquilizarla, darla ánimos he intentar que se sintiese mejor aunque esto último dando palos de ciego la verdad.
Respecto a lo del parto no puede hacer mucho más que estar allí con ella dándola la mano, besándola la frente y diciéndola te quiero. Pero en la lactancia traté de involucrarme al máximo así que fui con ella a las clases de lactancia pero no solo como acompañante sino como partícipe, hice preguntas, planteé las dificultades que teníamos desde mi punto de vista y creo que muchas de las madres y futuras madres en aquel momento pudieron aprender o al menos ser conscientes de lo que sentimos nosotros como pareja y como padres en estos momentos. Podéis leer más sobre ello en este post la lactancia que escribí hace ya unos meses.
Hoy he visto que al igual que yo más padres y parejas son conscientes de que hay que es necesario que como padres estemos implicados en la lactancia que nuestras parejas necesitan que estemos a su lado, apoyándolas. Por eso quiero que conozcáis esta iniciativa que a llevado a cabo Héctor Cruz: projectbreastfeeding dónde trata de fomentar la participación de los padres en la lactancia bajo el lema “Si pudiera lo haría” podéis uniros a la página del proyecto en facebook para seguir sus progresos y noticias.
Foto de Hector Cruz.