'Proletarian drift', también en la política

Publicado el 24 junio 2010 por Franky

Los anglosajones utilizan el término "proletarian drift" para referirse a la vulgarización que sufren productos y servicios que antes estaban reservados a los ricos y a los poderosos pero que hoy ya están al alcance de todos. El mejor ejemplo es el de las limusinas de lujo, antes utilizadas por los multimillonarios y las estrellas de Hollywood, pero que hoy recorren las calles cargadas de jóvenes que celebran despedidas de soltero, que sacan los brazos por las ventanillas para hacer gestos groseros a los transeuntes.
El "proletarian drift" es un signo de nuestro tiempo que se da en múltiples ámbitos y que afecta a los cruceros, antes de lujo y hoy vulgarizados y tan baratos que están al alcance hasta de los proletarios, a los coches de marcas como Mercedes, BMW, Audi o Lexus, antes exclusivos y hoy invadiendo las calles de nuestras ciudades, a los restaurantes y a muchos otros productos y servicios.
Pero donde el "preletarian drift" es más notorio y dramático es en los altos niveles de la política, antes reservados a los más preparados y a los profesionales de mayor éxito, pero hoy vulgarizados y en manos de ineptos, de gente sin estudios superiores y con pésimos expedientes académicos.
Algunos medios de prensa comienzan a hacerse eco de algo que vienen repitiendo los mejores y más agudos blogs políticos de España: que el gobierno que preside Zapatero es una tropa de mediocres y de analfabetos políticos, incapaz de gobernar bien y tan peligrosa que está llevando a España, error tras error, hacia su derrota y fracaso.
Periodista Digital informaba recientemente que el ex ministro de Economía Miguel Boyer no aceptaría, si se lo ofrecieran, formar parte del Gobierno que en algún momento se supone que Zapatero va a cambiar. Dijo Boyer que por edad, pero que también por el sueldo, a su juicio bajo, que cobran los ministros en este país. La confesión muy poco socialista y la tontada de la edad, no son más que excusas para no decir que cualquiera acepta ser un asalariado de Zapatero sabiendo sus maneras de gobernar y sus escasas ideas de Estado. Con los sueldos que cobran los ministros, añadió Boyer, sólo van a querer serlo los analfabetos.
La vulgarización de la política, contrariamente a lo que algunos puedan creer, no es un signo saludable de la democracia, ni una conquista de los más humildes, sino una auténtica desgracia para los pueblos, que terminan siendo dirigidos por mediocres y por gente sin la capacidad necesaria para adoptar medidas y decisiones correctas. Si se analiza la Historia con detenimiento e imparcialidad, se descubrirá que la llegada de los mediocres al poder político ha significado el pistoletazo de salida para la corrupción, la profesionalización de la política, los privilegios, el autoritarismo y otras lacras que están convirtiendo la política mundial en una fuente de decepciones para los ciudadanos, cuando no en una máquina generadora de injusticias, conflictos y fracasos.
La política de los vulgares es ostentosa, hortera, opresora y digna de un desprecio ciudadano que ya reflejan las encuestas en países como España, donde "los políticos" figuran ya como el tercer gran problema del país, por delante del terrorismo, de la inseguridad ciudadana y de la escasez de viviendas. El hecho de que a una simple secretaria de dirección se le exijan idiomas y títulos y a un dirigente político no se le exija nada para gestionar empresas y gobiernos constituye la prueba de hasta que punto ha llegado la degradación de la política en manos de los horteras y los analfabetos qwue hoy invaden y controlan los partidos políticos y los gobiernos.
Los políticos cada día son más representativos del "proletarian drift", lo que significa que cada día son más vulgares, están peor preparados, gestionan peor y se aficionan más al poder y a sus privilegios. Los políticos vulgares están convirtiendo la política en una profesión, cuando antes era un servicio. Para colmo de males, las masas analfabetas tienden a sentirse identificada con los políticos vulgares e incapaces, interpretando el poder de los mediocres como algo propio y digno de ser apoyado en las urnas, sin importales los estragos que están causando esos gobiernos incapaces, dirigidos por ineptos con plurito de estrellas, de los que cada día huyen más los auténticos profesionales y ciudadanos con valores y preparación.