La acogida, tanto de la exposición callejera como de la propia creación fotográfica y literaria, fue excelente y el alcalde de la ciudad prometió plantearse la edición un libro que reuniese todo lo expuesto y algunos textos y fotos más que no habían llegado a tiempo. Pero el tiempo pasa y las palabras se las lleva el viento y, unos meses después, transcurridos los fastos, olvidada la acogida y congelados los elogios, nada. Hace unas semanas, mi buen amigo el fotógrafo Pablo Lorenzana –uno de los impulsores de tan grata iniciativa- me comentaba que todo lo proyectado y prometido se iba al garete. Habría que buscar otra salida para dar luz a un proyecto inédito y muy interesante. Una promesa más olvidada en esta ciudad donde los titulares se llenan de intenciones y la realidad los devuelve en partos frustrados.
De poco sirve mostrar interés si luego se es incapaz de cumplir. Todos recuerdan aquel “puedo prometer y prometo” de Adolfo Suárez sin estimar que sus promesas solían cumplirse, no quedar en unas declaraciones ampulosas tras un micrófono. Un político incapaz de cumplir sus promesas, de hacer realidad sus intenciones, se queda reducido a una expresión mínima. Siempre me gustó aquella fábula de Pedro y el lobo, en la que el joven pastor avisaba del ataque de un lobo falso, sólo para reírse de sus vecinos, hasta que llegaba, un día, la incursión real y, para entonces, nadie le hacía caso. ¿Qué se puede pensar de quien promete y no cumple? ¿Qué podemos pensar quienes recibimos los parabienes del alcalde y nos encontramos con que una iniciativa brillante se queda en una vacua promesa rota?MANOLO D. ABADPublicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 24 de mayo de 2014