Prometheus (2012)

Publicado el 13 septiembre 2012 por Quesito
  ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos?
Ridley Scott, ese director cuya carrera disfrutó de un más que espectacular arranque y un no menos impresionante descalabro a partir de su cuarta película, ha considerado que ha llegado el momento de buscar respuestas a las grandes preguntas formuladas por la humanidad. Y, para ello, el cineasta mete mano a uno de los tótems de la ciencia ficción y el terror: Alien, el octavo pasajero, del año 1979, dirigida por el propio Scott. Muchos pensarán que lo mejor hubiera sido que se hubiera dejado al universo “Alien” tal y como estaba (y que Scott hubiera seguido dirigiendo películas protagonizadas por Russell Crowe, que es, básicamente, lo que venía haciendo últimamente), pero lo cierto es que el universo “Alien” ya estaba tan de capa caída que tampoco es que nos venga de aquí. Y no nos engañemos, por lo menos Prometheus es bastante mejor que Alien vs. Predator. Bueno, digamos que es mejor que la 2.
Resulta que una pareja de científicos, que además están enamorados hasta las trancas, descubren una serie de pinturas prehistóricas en cuevas en las que intuyen una serie de pistas sobre el origen de la humanidad. Total, que siguiendo los garabatos de nuestros antepasados se montan en una nave espacial, financiada por un misterioso benefactor, y se dirigen hacia un remoto planeta, en el que esperan encontrar nuevas pistas o algún tipo de respuestas. Por supuesto, como toda buena película de ciencia ficción que se precie, nada más llegar al planeta y ante la perspectiva de la clara posibilidad de aire respirable, lo primero que harán nuestros valientes investigadores será quitarse el casco espacial para poder trabajar mejor, solo faltaría. ¿Que estamos a millones de años luz del planeta tierra y vaya usted a saber que condiciones, microorganismos y demás se pueden encontrar en el planeta? Na, ¡chorradas! ¡Cascos fuera!
Los investigadores encontrarán entonces, en el planeta, una especie de estructura artificial que contendrá, en su interior, un misterioso ser extraterrestre decapitado y una sala llena de un montón de urnas de las que emana un extraño líquido negro parecido al chapapote (lo raro del caso es que el primer científico en quitarse el casco, nada más llegar al planeta desconocido, no se hubiera metido rápidamente la sustancia en la boca para realizar una primera cata gustativa para ir sacando conclusiones). Cuando vuelvan a la nave, algunos de sus tripulantes empezarán a mostrar síntomas de una extraña infección, que empezará a crear ciertas tensiones en el equipo.
Hablando de tensiones, una de las protagonistas de la cinta es Charlize Theron, que interpreta a una dura comandante. Diríamos que ella es la representante, en la nave, de la compañía que financia la expedición. Junto a ella encontramos a Noomi Rapace y Michael Fassbender. Ella es la nueva tía dura de la franquicia, una especie de Ripley que deberá demostrar que es de armas tomar para aguantar todo lo que se le viene encima. Él interpreta a un androide con cara de poker. Además, en la cinta también encontrarán a Guy Pearce, pero difícilmente lo reconocerán porque aparece interpretando a un anciano bajo una dudosa capa de maquillaje. El por qué eligieron a un actor joven para, después, maquillarlo de una forma tan sumamente lamentable, cutre y barata, en lugar de elegir para el papel a un actor de la edad del personaje, sigue resultando, para un servidor, todo un misterio, mayor incluso que el del propio origen de la humanidad.
  Prometheus empieza con unas imágenes muy bucólicas, un poco de agencia de viajes, pero bonitas al fin al cabo. Esa será la tónica del primer tramo de la película, visual y estéticamente muy potente (lo que por momentos llegó a plantearme la posibilidad de que habíamos recuperado al mejor Ridley Scott). La sensación reinante era de que Prometheus no era un proyecto más para el cineasta y que se estaba tomando las cosas bastante en serio. Esta sensación duró poco más de media hora o menos, porque después todo el film, en su global, empezó a hacer aguas por todas partes: la trama pasa de la coherencia al absurdo más absoluto con una pasmosa facilidad; el guión es un auténtico coladero lleno de incongruencias a cada cual más abrumadora; pasado el ecuador de la película ya nada parece tener demasiado sentido y solo puedes abandonarte a tu suerte al ver como la historia va dando bandazos sin demasiado sentido; al parecer se debieron gastar todo el presupuesto de maquillaje en efectos especiales y cuando llegó el momento de maquillar a Guy Pearce lo tuvo que hacer la señora que barría el plató; algunos de los personajes no es que no tengan profundidad, es que no tienen nada; a otros simplemente nos los presentan para poder verlos morir al cabo de un rato, cuando uno ya ni se acuerda de ellos; hay diálogos que rozan la vergüenza ajena, pero uno apenas se puede dar cuenta de ello por estar pensando en por qué los personajes actúan de la forma que lo están haciendo; a algunos personajes les suceden cosas, pero a otros, en unas circunstancias parecidas o peores, se quedan tan anchos; a un personaje se le aparece una especie de "cobra alienígena" y lo único que se le ocurre es acariciarla, comentar con otro compañero lo bonita que es y hacer sonidos guturales del tipo: cuchi-cuchi...
Resumiendo: Todas las buenas intenciones de un prometedor arranque se van al traste debido a un horroroso guión.