Así lo demuestra la experiencia de países como Suecia y Noruega que, con cerca de tres décadas de políticas de equidad de género en las relaciones familiares, han visto incrementado el bienestar de madres, padres e hijos. Cuando los hombres están más involucrados como padres, sus parejas reportan estar menos sobrecargadas, con mejor salud mental, y más felices con sus relaciones conyugales en general. En estudios cualitativos y cuantitativos los hombres involucrados como padres relatan estar más satisfechos con sus vidas y cuidar más su salud
En una revisión de 16 estudios longitudinales (22.300 casos, en 24 publicaciones), en los que la variable de impacto de la participación paternal en indicadores de desarrollo estuvo controlada, se encontró un impacto positivo en los niños al haber tenido un padre involucrado en las siguien- tes áreas: menos problemas conductuales, menos conflictos con la ley; menor vulnerabilidad económica posterior, mejores resultados en escalas de desarrollo cognitivo, mejor rendimiento escolar y menor estrés en la adultez (Sarkadi, Kristiansson, Oberklaid y Bremberg, 2008).
Por el contrario, se sabe que la ausencia de los padres tiene enormes costos económicos y sociales directos e indirectos. Por ejemplo, en Estados Unidos se encontró que los hogares con ausencia paterna suelen presentar mayores costos para el Estado por los programas de asistencia (Nock y Einolf, 2008).
Cuando los padres tienen una presencia de calidad en la vida de sus hijas/os estos tienden a desa- rrollarse mejor en diversas áreas, como su salud física y mental, motivación al estudio, rendimiento
académico, desarrollo cognitivo y habilidades sociales, presentan una mayor autoestima, menos pro- blemas de conducta y mayor tolerancia al estrés (Allen y Daly, 2007; Barker, 2003; Nock y Einolf, 2008).
En la adolescencia, aquellas/os hijas/os que contaron con un padre involucrado durante su infancia, fueron más propensos a presentar una mejor salud mental, menos abuso de drogas,
menos problemas con la ley y menos riesgos en la salud sexual y reproductiva (Allen y Daly, 2007; Fathers Direct, 2005; Nock y Einolf, 2008).
En un estudio longitudinal en Inglaterra, Gales y Escocia (n=17.000) se encontró que los padres involucrados tempranamente en la vida de su hijo e interesados en diferentes aspectos de su vida contaban con una mejor relación padre – hija/o en la adolescencia (Fathers Direct, 2005).
La salud de los propios hombres tiende a ser mejor en aquellos que están involucrados en su paternidad. Tienen mayor probabilidad de estar satisfechos con sus vidas, vivir más, enfermarse menos, consumir menos alcohol y drogas, experimentar menos estrés, accidentarse menos, y tienen mayor participación en la comunidad (Allen y Daly, 2007; Ravanefra, 2008).
En general, la presencia del padre también suele ser positiva para el ingreso familiar. Cuando están presentes, el ingreso tiende a subir, incluso aunque aporten menos porcentaje de su ingreso al ingreso familiar que la madre (Barker, 2003). La presencia del padre también influye positivamente para la madre, quien tiende a tener menos sobrecarga de tareas de cuidado y domésticos y suele ver incrementada su salud física y mental